Por el predicador Juan Nieto
Lectura: 2° Corintios 5:17-21
Pablo tenía un ardiente celo por
la gloria de Dios, una fuerte lealtad a la verdad del evangelio, un gran amor
hacia aquellos que les predicaba, incluso enfrentaba a aquellos que destruían
la unidad de la iglesia.
Cristo es el sí de Dios para nosotros y nuestro sí hacia Él (V. 17).
Su nacimiento, su vida, su enseñanza, su muerte y su resurrección, y nuestra
identificación con Él por medio de la fe nos hacen nueva criatura. Identificarnos
con Él es reconocer a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Nuestra relación
personal constante con Cristo transforma todos los aspectos de nuestra vida.
Escuchá el mensaje completo
Reconciliación, perdón (V. 18a). Volver a las amistades, atraer a
los que están desunidos. Isaías 44:22 dice “Yo deshice como una nube tus
rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”.
Sólo Cristo llevó todo el pecado del mundo sobre la cruz para dar perdón,
salvación, fe, vida, sanidad, libertad, esperanza, paz, restauración, victoria,
un nuevo comienzo cada día.
“Nos dio el ministerio de la reconciliación” (V. 18b), reconciliar
es perdonar, “hacer que algo sea diferente”, según lo expresa Max Lucado en su
libro “3:16”.
Dios perdona y olvida todo (v. 19). “Nos encargó a nosotros (la
iglesia) la palabra de reconciliación”, de perdón, la palabra de Dios (la
Biblia). Un encargo es una comisión, un pedido.
Somos embajadores (v. 20) en nombre de Cristo, representantes de
una autoridad gobernante, madurez espiritual.
Tendremos el ministerio de la
oración, si nos entregamos con constancia y fe a ella. Dios va a cambiar “las
oraciones de nuestra vida” en una vida de oración.
Por Cristo somos hechos justicia de Dios, la verdad, aprendemos a
conocer, a vivir y a dar esa verdad por el Espíritu Santo. Juan 16:13 dice “Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”.
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