sábado, 8 de septiembre de 2012

Nunca mejor como en casa - (26/08/2012)


Por el pastor Osvaldo D'Emilio
Lectura: Mateo 10:1, 5-8; Lucas 19:9-10; Hechos 1:8; Mateo 9:35-38

Hoy nuestra sociedad está sufriendo “Temporales” que sacuden a las personas, afectándolas en lo personal cotidianamente. Sufren un descontrol emocional y espiritual al punto en que salen de sus cabales. Se sienten desbordados por todo lo que pasa a su alrededor, saturados e inundados por crisis sin poder resolver, están quebrados o rotos sin poder ser reparados. Lamentablemente sufren pérdidas que en algunos casos son irreparables. Aunque en muchos casos nos avisan lo que puede pasar, no escuchamos. Pero como la tormenta, esto también es “Temporal”, es decir, “por un tiempo”.

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En este día veremos cómo podemos pasar ese “Temporal”. Algunos pensamos que solos nos podemos arreglar bien, pero lamentablemente la sociedad se salió de su cauce. Por tal motivo es bueno pedir ayuda, así como también estar dispuesto a darla.

“Jesús vio la multitud, y tuvo compasión de ellas” (Mat. 9:36-38). Jesús conoce cómo se encuentran las personas, todo lo que sucede a nuestro alrededor está en su conocimiento. Por tal motivo no solo enseñó a las personas que oren a Dios para que este tenga mayor cantidad de personas a su disposición (9:38), sino que Jesús mismo apartó a los doce, los preparó, y los envió con un propósito específico (10:1). Se encontraban como ovejas “que no tienen pastor, pero tienen”. Desamparadas, sin protección, dispersas, sin un rumbo fijo, sin saber a dónde ir.

Así como hay una organización denominada “Defensa Civil”, que se ocupa de socorrer a las personas de los desastres climáticos o accidentes. Debemos formar parte de una “Defensa Espiritual”, en nuestra ciudad, que asista a las personas que estén sufriendo dramas personales, o necesiten protección, contención para ser guiadas en el verdadero camino.

“Jesús les dio instrucciones” (10:5). No podían ir desprovistos de una responsabilidad, debían dejarse enseñar. Esto a muchos les cuesta, pero debemos ser obedientes a las instrucciones que nos dan nuestros mayores. Por alguna razón hay personas que están delegadas para orientarnos en cómo hacer o no hacer las cosas. Si no hay delegación de autoridad, no hay respaldo. Así también los discípulos fueron delegados por Dios a través de Jesús, y cuando se tenían que enfrentar a situaciones imposibles para el ser humano, Dios estaba con ellos y los respaldaba. Los discípulos pasaron de ser Aprendices o estudiantes a Enviados- Apóstoles. Estudiaron.

¿De qué vale que estudiemos una carrera, si no estamos dispuestos a ejercerla?

¿Por qué no les permitió entrar en  tierras  de los gentiles o samaritanos? Ellos no eran personas con las que se llevaban bien en ese tiempo, no podemos predicarles a personas que no amamos. Debemos ir donde Dios nos envía. Recién cuando recibieron el Espíritu Santo, les dijo; Hechos 1:8, primero “Jerusalén…”.

Primero los manda a “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Lucas 19:9-10). Iglesia, ve a buscar a quienes habiendo conocido, hoy están apartados. Aquellos que están desamparados y dispersos, errantes, sin saber a dónde ir. La misión de la Iglesia es “Encarrilar a los descarriados”. Volverlos a poner en el camino. La Promesa dada a Abraham es también para nosotros. “Te bendeciré y serás de bendición…” (Gé. 12:1-3).

También les dio un mensaje (9:35; 10:7). Prediquen el evangelio del reino. Declaren las “Buenas Noticias de Dios”. ¿Cuál era esa buena noticia? “El reino de los cielos se ha acercado”. ¿Por qué ellos pudieron dar esa noticia? Porque ellos fueron los que experimentaron la llegada del reino de los cielos a través de Jesucristo. Aquellos que han tenido y tienen una experiencia personal con Jesucristo, son los delegados para representar a Cristo HOY, manifestando Poder. El “Evangelio, sana, limpia, resucita, libera, declara la grandeza de Dios.

Tenemos una responsabilidad delante de nuestra sociedad, así como Dios corrigió nuestros pasos (1 Pedro 2:25). Tenemos instrucciones que acatar, un mensaje que llevar, “el evangelio del reino”, “A los desamparados y dispersos”. Debemos declarar en medio de toda situación que viven las personas que “El reino de los cielos se ha acercado a todos”. Dios está cerca de todos nosotros. Pero más todavía, Dios quiere estar en nosotros a través de Jesucristo: “Cristo en nosotros la esperanza de Gloria”. “El reino de los cielos se ha acercado”. Volver a casa, es estar en el lugar más cómodo que podamos tener. “Busquemos a los que no están”.

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