sábado, 25 de agosto de 2012

Él ya tiene la respuesta - (12/08/2012)


Por el pastor Osvaldo D'Emilio 
Lectura: 2 Reyes 6:8-17; 18-23

En estos versículos encontramos que había guerra entre dos naciones. La primera era Israel, el pueblo de Dios, la segunda era Siria, el pueblo enemigo. Lo que no sabían éstos últimos era que Israel tenía un Padre que cuidaba a sus hijos. Más aún, dentro del pueblo el Padre tenía su representante que era quien llevaba su voz y desarticulaba los planes del pueblo enemigo. Esa persona era Eliseo, el Profeta que tenía tal comunión con Dios al punto de que él le decía todo lo que el enemigo planeaba.

En estos tiempos nos encontramos pasando situaciones difíciles a nuestro alrededor. Quizás algunas de ellas son en lo personal, no sabemos cómo salir o enfrentar los problemas, quizás en lo laboral o económico, nos encontramos limitados y no vemos ni sabemos cómo salir. Probablemente, otros sean en la salud, en lo familiar, en situaciones límites que nos desesperan y anulan nuestra capacidad de reacción, impidiéndonos ver la solución del problema.

Hoy veremos el accionar de un hijo de Dios, Eliseo, de la nación enemiga y su rey Ben-Adad, del criado de Eliseo. También hablaremos sobre cómo Dios cuido de Eliseo y, a través de él, de su rey y todo su pueblo. Notaremos dónde está la diferencia entre un hijo de Dios en comunión y las demás personas que no lo están. Veremos a un Padre que se ocupa de sus hijos, y los defiende, pero que además confunde los planes del enemigo.

“CUANDO DIOS PERMITE QUE NOS LLEGUE UN PROBLEMA, EL YA TIENE LA RESPUESTA”.

Los sirios sabían quién era Eliseo. El rey de Siria enviaba su ejército contra Israel, pero como Eliseo le avisaba al rey de Israel los planes del pueblo invasor, el rey enemigo mandó capturarlo para que no descubra sus planes.

Un hijo de Dios tiene la protección del ejército más grande que pueda existir. Dios no abandona a sus hijos. A pesar de lo que el enemigo planee, Dios siempre, como un padre con sus hijos, los sale a defender. Más todavía, donde hay un hijo de Dios, bendice a todos los que están a su alrededor. El enemigo quería atacar a Israel pero Eliseo se lo impedía. Por eso fue detrás del profeta para que el pueblo se quede sin protección de Dios. Tú y yo somos importantes para nuestra familia, ciudad, provincia y nación, cuando levantamos nuestra voz y entramos en comunión con Dios.

El criado tuvo miedo, dijo “¡señor mío! ¿Qué haremos?”. El verdadero hijo de Dios no se desespera en la dificultad, mantiene un equilibrio emocional, en la desesperación se hacen locuras. Sabe animar a otros en medio de los problemas, sabe que siempre contará con un ejército a su disposición.

Debemos manifestar el plan de Dios con Fe. Eliseo ya veía el ejército, ahora quería que lo viera su criado. Va más allá de lo natural, de lo racional, de lo lógico. La fe cree donde no hay, espera donde nadie aparece. Jesús en la cruz nos veía a nosotros aquí. La fe no es para los momentos buenos, sino para los tiempos difíciles. “Declara en la noche, lo que Dios te dijo durante el día”.

Debemos saber permanecer en el monte (vs. 17bc), éste representa la presencia de Dios. Ningún problema nos puede sacar de la presencia de Dios. Monte es sinónimo de altura, altura de victoria. Mientras estés en el monte, el enemigo no podrá tocarte.

El Dios que abre y cierra. Dios le abrió los ojos al criado de Eliseo. Debemos pedirle a Dios que en medio de la dificultad, nos abra los ojos de la fe para que veamos que está con nosotros. Yo imagino al criado cuando vio todo ese ejército y carros de fuego, se agrandó. Dios pelea por nosotros, pero también le cierra los ojos a los enemigos, los confunde y los hace ir por caminos equivocados. Los hace caer en la trampa y son vencidos. Un hijo de Dios no toma venganza, Dios se encarga de aquellos que nos quieren lastimar.

Probablemente nosotros nos encontramos en situaciones difíciles en algunos momentos. Eliseo no fue tan especial ni muy diferente a nosotros. La diferencia es que él sabía quién era y a quién representaba aquí en la tierra. Como Eliseo, nosotros también somos hijos de Dios, y debemos saber que Dios es el que nos protege. Cuando Dios mandó su ejército para proteger a Eliseo, también protegió a su criado y a todo su pueblo. Notemos el grado de influencia que tenemos nosotros en nuestra ciudad y nación. “Nunca más vinieron bandas…” (Vs.23). Cuando Dios permite que nos llegue un problema, Él ya tiene la respuesta.

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