Lectura: Habacuc 3:1-2
Los días de Habacuc
no eran los mejores. El pueblo estaba en tiempos
de crisis nacional, rodeado de injusticia, uno de los períodos más críticos de
la historia de Judá. El país había descendido de las reformas de Josías a los
abusos que sufrían sus habitantes, medidas opresivas contra los pobres, y la
alteración del sistema legal. Los países que lo rodeaban estaban en guerra por
lo que el pueblo se sentía amenazado. Palabras como iniquidad, dificultades,
saqueos, violencia, pleitos, contiendas, ley ineficaz, injusticia, rrepresentan esos tiempos. Los
malos encierran a los rectos, el juicio de los perversos prospera.
En estos días vemos
cuántas cosas similares nos pasan que no nos permiten terminar nuestros
proyectos de vida, probablemente en tareas que
hemos empezado, quizás en lo personal: en el estudio, en la casa, en el
trabajo. Buscamos alcanzar una mejor posición en lo social, tener un mejor
nivel cultural.
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Pero también vemos
aquellas cosas que hemos querido empezar y que no lo hicimos. En algunos casos eso genera insatisfacción, frustraciones por no haber
desarrollado nuestro potencial. Muchas veces dependemos de nuestras propias
decisiones, y otras de las de nuestros mayores, quienes no ven los deseos de
cada uno de nosotros.
En este día veremos
que podemos contar con Dios. Él ve en nosotros el
potencial que tenemos, conoce el trabajo que podemos realizar, sabe por dónde debemos
empezar, y es quien respalda la tarea que hemos de realizar.
Habacuc viene de
resaltar un momento difícil de su pueblo, en el capítulo 2 manifiesta las
características de los babilonios. Les habla a los
que no hacen lo recto, a quienes desean ganancias deshonestas. Pensaban que
podían escapar de quienes les reclamarían por sus agresiones. Pero Jesús es
quien responderá por su pueblo. (2 vs 11)
Habacuc clama y
canta con todas sus fuerzas (v. 3:1). Esto es lo
que representa Sigionot. Manifiesta la Emoción de su presencia, tiene la
sensación de Victoria. Es como adelantarse por Fe a lo que Dios ya ha
respondido. (Tengamos
esa sensación). La Palabra de Dios conmueve
todo el ser de Habacuc. Él dijo: “He oído
Tu Palabra…”. A pesar de todo lo que pasa alrededor, a pesar de las
injusticias que se cometen, a pesar de las muchas voces que se levantan. “He
oído Tu Palabra, y temí” (No dice tuve miedo). Vibra
todo mi ser ante la presencia de Dios, se conmueve toda mi alma ante el maravilloso
Poder de Dios. Comprendo que la voz de tu presencia permanece para siempre.
Escuchando su voz,
reclamó su acción. “Aviva tu obra en medio de los tiempos”. En
otras palabras le está -y nos está-
diciendo “Señor, haz reaccionar a tu
pueblo”. Así como Dios envía Su Palabra, también envía Su Espíritu sobre
nuestras vidas para hacernos ver el trabajo que debemos realizar. La “Obra”
necesita “obreros”. ¿Hay
quien busca trabajo? La acción de Dios despertará
a quienes deseen trabajar. No
podemos esperar crecer sin hacer nada. No significa
que cada uno haga lo que quiera, sino que sepa escuchar a quien le dé las
indicaciones. Nuestra disposición manifestará nuestra acción.
Es el tiempo de dar
a conocer la manifestación del Poder de Dios. La
Obra no es sólo cada congregación o la Iglesia, no es sólo cada ministerio, ni aquello
que podamos nosotros realizar. La Obra es la manifestación del Poder de Dios
sobre todas las vidas, porque Dios es el Dios de la Obra. (No somos los dueños). Es el Tiempo de dar a Conocer la importancia, Poder y Manifestación de
su gran Misericordia.
A pesar de las
dificultades, podemos salir adelante. Aquello que pasa no nos va a hacer bajar
los brazos. A pesar de que se levanten tantas voces, atenderemos a La Voz de Dios. Nuestra
disposición a trabajar debe estar siempre. Nuestro trabajar será efectivo,
cuando veamos cómo aquello que damos a conocer, Su Palabra, da frutos en las
vidas que la han recibido. “La mies es…”, “Denles ustedes de comer…” “Te
aconsejo que avives el fuego…”. A pesar de que mi entorno no sea el mejor,
levanto los ojos por encima de las dificultades (Sal 121:1).
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