Por el pastor Osvaldo D'Emilio
Lectura: Filipenses 4:19; Salmos 23:1; Juan 10:10; Joel
2:27-29; 3:16;
En la lectura de
hoy Pablo reconoce la colaboración de los Filipenses: Era una comunidad que no tenía grandes ingresos, que quería ser
agradecida por lo que había recibido y que cuando tuvo oportunidad, colaboró
con el ministerio de Pablo. Es allí cuando él dice: “Mi Dios suplirá todo…”. Debemos
reconocer que en la medida que damos de corazón, el nos bendice, si algo nos
falta, Él lo provee. El Dios de Pablo también es mi Dios y tu Dios.
David dijo: Dios es
mi Pastor, nada me falta. Tenemos que entender que teniendo a Dios lo tenemos
todo en Él. Nuestro Dios es completo, si hay algo que creemos que nos falta Él
lo tiene. Jesús reconoció que el enemigo quiere destruir nuestras vidas (Juan
10:10), pero tenemos una promesa de su parte, “que el vino a darnos vida y vida
en abundancia”.
Escuchá el mensaje completo acá
El libro de Joel
nos habla de una Nación devastada. Había pasado
una plaga de langostas, había desnudado de vegetación los campos, destruido el pasto
de las ovejas y el ganado, aún el follaje de los árboles. En solamente algunas
horas lo que era esplendor de belleza y verdor, se convirtió en una tierra devastada
y asolada.
El libro nos habla
de un antes y un después. La primer parte dice que
a causa de un alejamiento de Dios el pueblo sufrió las consecuencias de la
falta de protección. Por tal motivo el pueblo se quedó sin nada, pobre, desabastecido
de todo lo necesario, se morían los animales y las personas. La falta de
recursos que debían producir la tierra hacía que escasee todo lo necesario para
vivir.
A causa de su
desobediencia, el pueblo de Dios fue avergonzado delante de los otros pueblos, se burlaban de ellos, llegaron a decirles, “¿donde está
vuestro Dios?”. Había llegado una plaga de langostas que los dejó sin nada, ni
pan, ni vino, ni aceite. Por la desobediencia Dios los llama a arrepentirse.
Pero como hubo un
antes, también hay un después y ahora. Dios les
dice que: NUNCA JAMÁS SERÁN
AVERGONZADOS. Dios le devuelve
la dignidad que su pueblo había perdido. Les promete el pan, el vino y el
aceite. Todo esto representa el respaldo de Dios para sus hijos, todo lo que
les faltaba, Él lo suplirá. El pueblo tuvo que volverse a Dios, para
experimentar, como los filipenses, que Él no nos abandona.
Dios llegó cerca de su pueblo
y respondió por Él. Las personas a veces sufren a
causa de otras personas. A veces se sienten sin nadie que les defienda o que
haga justicia. En medio de los problemas, Dios los llama a volver a Él con todo
su corazón y cambiar la dirección de su vida. Promete restaurar la relación con
Él, además la presencia de su Espíritu Santo para darles el poder de vivir bajo
su protección (vs. 28). En éste día tendrán la oportunidad de acercarse a Dios
y conocerle como el Dios que protege, el Dios que responde por ellos, que no
los deja avergonzados y que promete su Espíritu y presencia en sus vidas.
Dios llama a su pueblo a
arrepentirse y a volver sus pasos hacia Él. Dios tendrá
misericordia de ellos y cambiará juicio por bendición (2:12-14). Dios enviará
su Espíritu sobre las personas y los jóvenes tendrán la capacidad de entender y
discernir lo que Dios quiere para ellos (2:28-30). Vendrá sobre el pueblo una
época de paz, gozo y prosperidad (2:19-27; 3:18-21).
Dios se encarga de nuestras
necesidades (Joel 3:16). Hará temblar la tierra
con su voz. Muchos temerán a causa de la presencia de Dios, “pero Dios…”,
y esto nos debe dar fuerzas, es y será “nuestra Esperanza”.
Nuestra fe está basada en Él, quien promete que siempre estará. También
es “nuestra Fortaleza”. “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza”, quien
defiende nuestra causa (Salmos 46:1-3).
Debemos sentirnos muy importantes, porque nuestras
vidas son valiosas para Dios y tiene un plan para cada uno. Oremos pidiendo que
Dios nos perdone, que envíe su Espíritu sobre nosotros, que nos renueve, traiga
paz y abundancia en medio de las necesidades de cada familia y de la sociedad.
Dios suplió las necesidades, cuando el pueblo se volvió a Él. Dios vio que los
Filipenses tenían un corazón dispuesto a dar y seguramente les bendijo. Aún en
este tiempo es la Esperanza y Fortaleza de todos aquellos que se mantienen
firmes en su camino como los Filipenses, también de aquellos que habiéndose
equivocado, se vuelven a Él, como el pueblo de Dios en los tiempos de Joel.
ESPERANZA Y FORTALEZA TENEMOS EN DIOS
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