jueves, 19 de julio de 2012

Un ministerio poderoso a través de instrumentos débiles - (08/07/2012)


Por el predicador Juan Nieto
Lectura: 2° Corintios 5:17-21

Pablo tenía un ardiente celo por la gloria de Dios, una fuerte lealtad a la verdad del evangelio, un gran amor hacia aquellos que les predicaba, incluso enfrentaba a aquellos que destruían la unidad de la iglesia.

Cristo es el sí de Dios para nosotros y nuestro sí hacia Él (V. 17). Su nacimiento, su vida, su enseñanza, su muerte y su resurrección, y nuestra identificación con Él por medio de la fe nos hacen nueva criatura. Identificarnos con Él es reconocer a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Nuestra relación personal constante con Cristo transforma todos los aspectos de nuestra vida.

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Reconciliación, perdón (V. 18a). Volver a las amistades, atraer a los que están desunidos. Isaías 44:22 dice “Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”. Sólo Cristo llevó todo el pecado del mundo sobre la cruz para dar perdón, salvación, fe, vida, sanidad, libertad, esperanza, paz, restauración, victoria, un nuevo comienzo cada día.

“Nos dio el ministerio de la reconciliación” (V. 18b), reconciliar es perdonar, “hacer que algo sea diferente”, según lo expresa Max Lucado en su libro “3:16”.

Dios perdona y olvida todo (v. 19). “Nos encargó a nosotros (la iglesia) la palabra de reconciliación”, de perdón, la palabra de Dios (la Biblia). Un encargo es una comisión, un pedido.

Somos embajadores (v. 20) en nombre de Cristo, representantes de una autoridad gobernante, madurez espiritual.
Tendremos el ministerio de la oración, si nos entregamos con constancia y fe a ella. Dios va a cambiar “las oraciones de nuestra vida” en una vida de oración.

Por Cristo somos hechos justicia de Dios, la verdad, aprendemos a conocer, a vivir y a dar esa verdad por el Espíritu Santo. Juan 16:13 dice “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”.

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