sábado, 25 de agosto de 2012

Tienes tu lugar en la mesa - (05/08/2012)



Por el pastor Osvaldo D'Emilio
Lectura: Lucas 17:5-10

En la lectura de hoy vemos cómo Jesús hablaba con sus discípulos, tenía una clase magistral con ellos. A la multitud generalmente les hablaba por parábolas, pero con su cuerpo especial de amigos tenía una relación más personal. En éste caso les quería decir el compromiso que ellos debían tener con el ministerio. No era, y no es algo que debemos dejar para lo último, sino que debe ocupar un tiempo especial en nuestras vidas. Esto no significa quitarle tiempo a nuestra familia, aunque en muchos casos lo hacemos, sino ver en realidad la verdadera responsabilidad que tenemos ante Dios, nuestra familia y la sociedad.

Cuando tenemos un trabajo hay principios que debemos cumplir, primero se trabaja durante el tiempo convenido, y después cobramos. Para comprar una propiedad, primero juntamos la cantidad de dinero que vale y después nos dan la posesión, todo tiene un resultado de acuerdo al esfuerzo que hacemos. Si no tenemos más, es porque quizás hemos sido escasos.

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Perte 1
 
Parte 2
En este día veremos qué nos dice la biblia respecto de ocupar nuestro lugar en las cosas de Dios. Nosotros queremos todas las bendiciones que Dios tiene, que responda a nuestras necesidades, que sea más rápido para respondernos cuando nos encontramos en problemas. ¿Se podrá lograr esto de Su Parte? ¿Cómo?

Dios nos dio un campo que trabajar. Algunos tenemos nuestro trabajo particular, y no sabemos apreciarlo, cuando hay muchos que lo necesitan. Nos quejamos de los sindicatos por lo que nos descuentan, de las obras sociales por lo que pagamos, pero después cuando el sindicato nos da algún beneficio lo aprovechamos, cuando necesitamos alguna cobertura médica también. Dios nos da un espacio donde podamos trabajar para que ese campo sea fructífero. Dios les dice a sus discípulos que deben poner a trabajar el espacio que Él les ha dado. Así también nosotros tenemos un campo de acción que trabajar a través de vidas que Dios a puesto o pondrá a nuestro cuidado. Pero sobre todo, el trabajo que estamos realizando cada uno, es para Dios, y a Él le servimos con nuestras capacidades, y espera que todo lo que hacemos, rinda frutos para su reino.

Jesús menciona dos oficios que se realizan en el campo a través del siervo, un trabajador. En primer lugar lo realiza un “siervo que Ara”. Significa dar vuelta la tierra, hacerla bien dócil. Al Arar, se descubre la tierra de toda aquella basura que no la hace fértil, palos, piedras que deben sacarse. Todo esto lo hace el labrador para luego sembrar la semilla que sea productiva y de frutos. Nosotros provenimos de la tierra, y necesitamos ser removidos tantas veces, para que la Semilla de Su Palabra, penetre en nuestras vidas y de frutos en otras vidas. Al Arar en nuestras vidas, todo tiene que salir, lo malo desecharlo, y lo bueno aprovecharlo, así como el barro en las manos del alfarero (Jer.18:6). Para que la semilla no se pierda, ni se estropee necesitamos dejar entrar el Arado, aunque duela. El Agua Viva debe correr por los surcos de la tierra, para que el fruto permanezca desarrollándose cada día.

Pero además nos habla del “siervo que Apacienta el ganado”. Algunos creen que “apacentar”, es solo para el Pastor, pero en realidad es un servicio, trabajo para un servidor, es cuidar. El que sirve, debe proteger a los que tiene a cargo. Sustentar, que nada le falte a los que están a su cargo. Muchas veces hemos recibido alimento de nuestros mayores, y lo seguiremos haciendo. Pero hay momentos que somos nosotros los que debemos cuidar y dar de comer a otros, como Jesús les dijo a sus discípulos, “denles ustedes de comer”.

El trabajo del siervo no se termina en el campo, sería muy fácil. Hay tres condiciones que el siervo debe desarrollar para ser más efectivo. Prepárate, si no estamos preparados no podemos ocupar un puesto de trabajo, es importante estudiar para trabajar. Cíñete, ajustar, corregir, limpiarnos, lavarnos de todo lo que a Dios no le agrada de nuestras vidas, como cuando llegamos a casa para comer y nos dicen “lavate las manos y pone la mesa”. Sírveme, atender, complacer. Dios quiere tener un trato personal con cada uno de nosotros.

La vida espiritual requiere de una relación personal con Dios. Sin santidad nadie verá al Señor (sin preparación). Sin limpieza, purificación, nadie entrará, sin servicio, no recibimos.

¿De dónde saca los recursos nuestro Dios para proveernos de todo aquello que necesitamos? Un empresario invierte para que su empresa le reditúe. En primer lugar porque quiere el ganar dinero y crecer. Pero además debe de pagar todos los gastos que su empresa tenga. Como además debe pagar a todos los obreros que trabajen para él. Así Dios invirtió todo en nosotros. Lo hizo a través de su Hijo Jesucristo, pagó un alto precio, para que nosotros hoy podamos recibir lo mejor que nuestra vida necesite. Por eso Él, del esfuerzo de nuestro trabajo, nos reditúa lo mejor.

¿Quieres sentarte a la mesa? Ara, prepara el lugar para que la Palabra del Señor corra Apacienta, cuida lo que Dios te ha dado en tus manos. Sirve a Dios sobre todas las cosas, en la intimidad. Él se encargará de las cosas que nosotros necesitamos.

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