Por la predicadora Ana Guerrieri
Isaías
40: 29-31
En
la lectura de hoy vemos que Dios habla, a través del profeta Isaías, a su
pueblo, que venía del cautiverio, del oprobio, de estar bajo el sometimiento de
otros imperios. A veces pasa así en nuestras vidas. Se levantan cosas contra
nosotros, palabras y situaciones que nos quitan la fuerza y no nos dejan pensar
con claridad ni hacer nada. El pueblo de Israel estaba pasando por un momento
muy difícil, pero Dios le dice que deje esa vida de cautiverio y le anuncia que
vienen nuevos tiempos, y lo mismo nos dice el Padre hoy a nosotros.
El pueblo no tenía
fuerza. Siempre que ellos
clamaban a Dios, Él respondía, pero ahora no tenían fuerzas para hacerlo. A
veces sentimos que nos pasa lo mismo, clamamos a Dios, pero no nos responde
como nosotros esperamos, pero debemos saber que Él siempre contesta a nuestras
oraciones. Dios da esfuerzo al que está cansado, es el que multiplica la fuerza
al que no tiene ninguna. Él siempre va por más, y los que esperamos en Dios
tendremos nuevas fuerzas.
El
profeta dice que los jóvenes flaquean. A veces pensamos que los jóvenes no
pueden pasar por problemas, que lo tienen todo, pero no es así. Ellos también
necesitan que oremos, tienen sus crisis, decisiones que tomar y que los van a
seguir por el resto de sus vidas, por eso, los padres debemos cubrirlos y
levantarnos en oración por ellos.
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Pero
el profeta dice más: los que esperan en el Señor recibirán nuevas fuerzas.
Correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. Como familia
necesitamos nuevas fuerzas, el matrimonio las necesita, los jóvenes y los niños
también, porque estos son tiempos difíciles y no estamos libres de pasar por
pruebas y dificultades. A veces pensamos
que porque vamos a la iglesia y servimos a Dios estamos exentos de ello, pero
no es así, sin embargo el Señor dice que si estamos flaqueando, si estamos a
punto de caer, “no temas”. Quizás estamos atravesando una prueba de fuego, pero
Dios dice “no temas, yo estoy contigo”.
La
historia de José es un claro modelo a seguir. Él pasó por grandes
inconvenientes pero Dios lo sacó airoso y lo usó para bendición. Vemos que fue
sacado del amor de su casa, fue llevado a Egipto y vendido como esclavo. Pero
dice la Biblia que su amo veía que Dios estaba con él y todo lo que emprendía,
Dios lo hacía prosperar en su mano. Cuando caminamos con Dios y le somos
fieles, se van a dar cuenta que Él está con nosotros. Eso no significa que no
nos va a pasar nada malo, porque a José le pasaron más cosas malas: tuvo que
ser procesado, fue vendido en cautiverio, pasó a limpiar los pisos en la casa
de un egipcio sirviendo como esclavo, luego fue a parar a la cárcel, pero Dios
no se olvidó de él. Dios lo sacó apresuradamente del calabozo para que
interpretara el sueño de faraón. En ese momento es cuando se nota el proceso,
el quebranto de José, porque dice “no
está en mí” el poder para interpretar el sueño, sino que era Dios el que se
lo revelaba. Era necesario que pasase por ese proceso para que se produjera un
cambio, un quiebre en su vida. Dios tiene que moldearnos para que sepamos y
digamos que no somos nosotros, sino Dios quien está en nosotros y así Él pueda
usarnos. Dios bendecirá todas las familias de la tierra a través de la nuestra,
pero tenemos que tener en claro que no somos nosotros. Debemos darle el señorío al Espíritu Santo, debemos darle el señorío a
nuestro Padre.
hermosa reflexión que Dios les bendiga.
ResponderEliminarMi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com