Josué 3:1-6;
Efesios 5:15-16
¿Por cuánto tiempo hemos esperado que pase algo que nos
deslumbre? ¿Por cuánto tiempo hemos esperado algo en nuestras vidas que
trascienda pero no llega? Quedémonos tranquilos porque no somos los únicos, al
pueblo de Israel le llevó 40 años llegar al lugar que Dios le había prometido,
pero si hubiesen sido obedientes, habrían llegado en tan sólo 11 días.
¿No nos parece que esta historia tiene mucho que ver con
nosotros? Hemos dejado de lado nuestros anhelos por años, hicimos planes para
nuestras familias que no llevamos adelante, que quedaron en el camino por
desanimo o porque no hemos peleado por ellos.
Quizás hemos estado a pasos de la Bendición , pero la hemos
rodeado. En algunos casos preferimos seguir en el desierto, que animarnos a dar
pasos en la tierra prometida. Dejamos que gane la pereza, abandonando nuestras
responsabilidades como cristianos y haciendo que la falta de compromiso se
convierta en la razón de la demora para obtener lo que Dios tiene para nuestras
vidas. Muchos al conformarse con el fracaso, mueren fracasados. Algunos se
frustran y no vuelven a intentarlo. Pero hoy
es el tiempo en el cual debemos entrar en la tierra que Dios nos ha preparado
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Nuestro tiempo
vale mucho, no lo perdamos (Josué 3:1). Ya pasamos mucho tiempo en el desierto,
ahora debemos saber invertir nuestro tiempo, estamos más cerca que antes de
lograr lo que anhelamos. Josué hizo algo
que nos cuesta a muchos: “Se levantó de
mañana…”, eso era un símbolo de emprender las cosas lo más temprano
posible. En este tiempo, Dios nos da nuevas oportunidades, debemos saber aprovecharlas.
Tenemos que
tener una dirección (Josué 3:2-4). “El arca” guiaba los pasos del pueblo, era la Presencia
y la Palabra de Dios. Era el objeto más sagrado de Israel. ¿En qué lugar
tenemos a Dios en nuestras vidas? El arca contenía la vara de Aarón (la
autoridad), una porción del maná (la provisión) y las tablas de la ley (la
palabra de Dios). No podemos ni debemos perdernos, es el camino más seguro. Es
Dios quien va adelante.
El pueblo debía
estar Consagrado (Josué 3:5ª).
La palabra consagración nos dice mucho: hacer algo sagrado, dedicarse a las
cosas Sagradas, apartarse para lo santo, para Dios. Es lo que Dios está
esperando de nosotros. “Santificaos…”
es un verbo que está en presente.
Dios espera de
nosotros una reacción que produzca una acción (Josué 3:5b). “Maravillas” es una promesa
de parte de Dios para nuestras vidas y hogares. Algo Asombroso, admirable, extraordinario.
Queremos que se cumplan sus promesas pero ¿estamos dispuestos a cumplir con lo
que nos pide? Apartarse para Dios significa disponerse a ser partícipes de sus
maravillas. El pueblo de Dios las experimentó, Josué fue a la batalla y salió
victorioso. La primera batalla fue la que desarrolló en el pueblo una fe hacia
Dios que lo motivó por el resto de sus días.
Lo determinante de nuestra parte es saber escuchar la Voz de Dios. Josué marcó la diferencia
entre Dios y el pueblo, manifestó cómo se encontraba el pueblo, pero también qué
esperaba Dios de él. Está en nosotros marchar hacia aquello que Dios tiene
preparado, desde lo personal y lo familiar, como también siendo parte del
Pueblo de Dios. Él tiene y quiere darnos lo mejor para nuestras vidas. “EL TIEMPO ES HOY”
¡¡Que hermosa palabra,realmente es una respuesta a una inquietud que tenía en mi vida,una gran bendicion justo en esta hora,gracias !!
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