domingo, 1 de abril de 2012

Concurso, Recurso, Curso - (29/08/2010)


Lectura: Filipenses 4:8-9; Juan 14:6; 2º Timoteo 3:14-17

A pesar del paso del tiempo y los años estamos en una continua etapa de aprendizaje. Todos los días suceden cosas que nos sorprenden y que llenan nuestra capacidad de asombro y conocimiento. Aunque también están las personas que no se sorprenden por nada y ven lo que pasa como algo normal, originado por la sociedad para un bien o un mal común.

Pero a pesar de los continuos aprendizajes nos seguimos equivocando, en algunos casos lo hacemos inconcientemente. No sabemos que está mal o nadie nos advirtió y lo hacemos. Pero también a veces nos equivocamos concientemente, tenemos todo el conocimiento y nos equivocamos, nos enseñaron que algo está mal pero lo hacemos igual o pensamos que no le hacemos mal a nadie y los primeros afectados somos nosotros.

Hoy vamos a hablar de tres etapas que vive el ser humano, pero de las cuales debe elegir la que le traerá satisfacciones permanentes: Concurso, Recurso y Curso.

Veamos el concurso. Hoy todo se mueve en base al azar, no dicen “llame y gane”, “usted puede ganar el premio”, “lo esperamos para que participe”, raspe y gane” entre otras tantas frases que apelan a formar parte de un concurso.
Para algunas personas parece que la vida es un juego o una sucesión de juegos y que quizás en algún momento podemos “zafar”. Muchas veces parece que la vida es una lotería.

Por su parte el Recurso es aquello que utilizamos como alternativa para salir de una situación difícil o una excusa como para “zafar” de un problema. Esto lo practicamos bastante: “Llegué tarde por el tránsito”, “me falló el auto”, “se me pinchó la bici”, “perdí el micro, el tren o el taxi” y hasta a veces matamos o enfermamos a algún familiar.

Pero el Curso sería ir en una dirección determinada. Pablo le dice a los filipenses “el Dios de Paz estará con ustedes”, ¿cómo lo puedo lograr? Justamente con el curso. Lo vemos en el río (el curso del río), en el tiempo, en el estudio, la moneda de curso legal, entre otras cosas. Pero ¿cómo lograr que el Dios de Paz esté con nosotros? Pablo dice “lo que aprendiste, lo que recibiste, lo que oíste, lo que viste, esto haced”. Entonces sí, “el Dios de Paz estará con vosotros”. Debemos hacer todo aquello que alimenta nuestra vida en comunión con Dios.

A pesar de los inconvenientes (2º Timoteo 3:14) debemos “persistir”, tener continuidad, “sabiendo de quien has aprendido”, en el caso de Timoteo aprendió de su abuela, su madre y de Pablo. Pero el curso que tenemos debemos trasmitírselo a otros (vs. 16).
El Dios de Paz estará con el hombre que tiene un Curso que manifieste una dirección determinada (Fil. 3:12-14).
Pablo nos habla de una continuidad, de no bajar los brazos, de seguir el Curso hacia delante y es que todavía nos que da mucho por recorrer (vs. 13). No permitamos que nada ni nadie nos desvíe. Tenemos una promesa que alimenta todas nuestras expectativas: “El Dios de Paz está con nosotros”.

Esta es una promesa que nos alienta, que no está vacía sino llena de Él. Es una promesa que se mantiene en el tiempo y llega a nuestros días. No desviemos nuestro Curso ni esperemos de los Concursos. Tampoco utilicemos Recursos. Dios tiene un fin mayor del que nosotros imaginamos. Jeremías 29:11 muestra el Curso como una Meta a alcanzar. “Dios quiere darnos el mejor final de nuestra vida, llegando a la meta”. Sigamos el curso que él nos enseña.

 Juan 14:6 dice “Yo soy el camino…”.

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