martes, 3 de abril de 2012

EL PODER DE LA RESURRECCIÓN - (24/04/2011)


Lectura: Lucas 24: 1-12

El pasaje de hoy nos recuerda aquello que sucedió el domingo de resurrección. Las mujeres se levantaron muy temprano y seguramente, en el camino, iban muy tristes. Habían visto el viernes, a última hora, dónde colocaron a Jesús.

Prepararon especies aromáticas e iban a ungir al maestro (Luc. 23: 55-56), pero se encontraron con la sorpresa más grande de sus vidas.

Fue un día de buenas noticias. La resurrección fue la mayor noticia que recorrió el mundo y llega hoy hasta nuestros días. Después de todo lo que vivieron, ¿podemos imaginarnos la expectación o sorpresa de ese momento? Hasta entonces se habían olvidado de todo lo que Jesús les había dicho, parecería que la muerte les hubiera borrado las palabras del maestro. Pero conmovidas y sacudidas por la sorpresa, recibieron la noticia que trasciende en el mundo hoy: ¡JESÚS VIVE!

Hay una lucha de poder en la sociedad. Vemos cómo se enfrentan las personas en diferentes lugares, en la política, los gremialistas, los deportistas, en las escuelas, la facultad, en los trabajos. Cada uno quiere medir fuerzas con otros para manifestar que tiene más poder que los demás y quedarse con todo. Pero Jesús demostró que el mayor poder que hay sobre la tierra, y aún en el universo, es el poder de Dios a través de la resurrección.

La piedra estaba quitada. Lo primero que pensaron las mujeres era que se habían robado el cuerpo de Jesús y eso les dijeron a los soldados que custodiaban el lugar. Pero la piedra fue quitada, no para que saliera Jesús, sino para que las mujeres vieran que Él ya no se encontraba adentro. Su cuerpo no estaba allí.

El poder que asombra al mundo hoy es el que transforma vidas, sólo en él tenemos esperanza. Él hace nuevas todas las cosas: su vida, la perfección para transformar; su muerte, él pagó por nosotros en la cruz; su resurrección, el poder para rescatarnos.

La pregunta que conmovió a las mujeres fue ¿por qué buscáis entre los muertos al que vive? Quizás aún hoy buscamos soluciones donde no las hay. Queremos hallar respuestas a nuestros interrogantes y chocamos con una pared, o con una piedra, como pensaban aquellas mujeres en ese momento. Sin embargo para Dios todo es posible. Él quitó la piedra para que nosotros verifiquemos que hay vida en Jesús.

Ese mismo poder está disponible para con nosotros hoy. ¿De qué vale que se nos diga que en el Banco Central tenemos reservas suficientes si las mismas no están disponibles para nosotros? Para que una usina eléctrica rinda debe estar conectada a cada vivienda. Así también el poder debe ser transmitido para que tenga utilidad.

Dios, a través de Jesucristo, ha puesto a nuestra disposición su poder. ¿Tenemos problemas de salud? Activemos el poder de la resurrección. ¿Estamos pasando por diferentes situaciones personales? Activemos el poder de la resurrección. ¿Nos sentimos disminuidos, deprimidos, derrotados? Activemos el poder de la resurrección.

No dejemos para otro momento la oportunidad que Dios nos da hoy, para que cada día manifestemos que Dios tiene poder para restaurarnos a nosotros hoy. Todo aquello que necesitemos, Él lo puede hacer posible si manifestamos su poder en este tiempo.

Seguramente los discípulos se encontraron apesadumbrados por lo que había pasado, Jesús el maestro ya no estaba con ellos. Estarían haciendo el duelo en algún lugar. Pero cuando escucharon la noticia, Pedro y Juan salieron corriendo.

Juan llegó primero, pero el que entró fue Pedro. Juan encontró la piedra removida, Pedro encontró “los lienzos solos y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido” (vs. 12).

El mismo poder de la resurrección está presente hoy. Así como asombró a todos los suyos y al mundo de la época, dejemos que actúen en nuestras vidas. Permitamos que se desarrolle y crezca más y más. Para eso, declaremos que Jesús vive en cada uno de nosotros, pero debemos dar pruebas concretas en nuestras vidas, manifestando el cambio que él está haciendo. Este es un día en que, como Pedro, tenemos la oportunidad de volver a nuestras casas MARAVILLADOS, ASOMBRADOS Y CONMOVIDOS por las grandes cosas que Jesús está haciendo.

¡JESÚS VIVE!

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