miércoles, 4 de abril de 2012

LA NOCHE DE LOS MILAGROS - (22/12/2011)


Lectura: Lucas 2:1-20

Toda la historia, se fue dirigiendo hacia esa noche. Las escrituras se enfocaban en Belén. María y José habían llegado de Nazaret. Los siglos habían estado esperando que llegasen. Miqueas había dicho que ellos estarían allí (Miqueas 5:2).

Esa noche de milagros había estado en el calendario del cielo desde hacía mucho. Los ángeles esperaban esta cita, las palabras de los profetas esperaban su cumplimiento. El bebé en el vientre de María pronto iluminaría la noche. ¿Cuáles fueron los milagros de la Navidad?

El milagro de un nacimiento humilde (vs. 1-7). Cristo descendió del cielo al establo, entró en el mundo desde el vientre de una virgen. Es el mundo de este bebé, fue hecho por Él y para Él (Jn. 1:10). Vino a redimirlo. Sabía que su mundo lo rechazaría.

Veamos el contraste de su condescendería. De la fragancia del cielo vino a los olores de un establo. De la adoración de los ángeles al rechazo del mesonero. De los cantos de los santos al sonido de los animales. De un manto de realeza a ser envuelto en pañales. De una mansión en el cielo a una posada en la tierra. Pero él descendió para salvarnos a nosotros.
El milagro de las huestes celestiales. (Dios movilizó los cielos) (vs. 8-14). Los ángeles habían estado muy ocupados desde que había llegado la plenitud de los tiempos. Gabriel había visitado a Zacarías y a María. El ángel del Señor había aconsejado a José en un sueño. Los ángeles llevarían las buenas noticias a las colinas de Judá. Donde se hallaba la tumba de Raquel, donde Samuel había ungido rey a David y donde Rut había espigado en los campos de Booz.

Los pastores tenían que recibir el anuncio del nacimiento de Jesús el Salvador. Los Coros celestiales tenían que cantar “Paz en la tierra”. Esa fue una noche de milagros, una noche para recordar.

El milagro de la obra de Dios en los corazones de los hombres (vs. 15-20). A causa del Imperio Romano y su censo para los impuestos, José y María tenían que ir a Belén. En esto vemos que Dios mueve fácilmente los imperios para hacer su voluntad. La profecía tenía que cumplirse.

Los pastores se convertirían en evangelistas (vs. 17), los magos harían un largo viaje siguiendo una estrella, todos los que estaban en su lugar en estos tiempos fueron obedientes. Así ocurrió el mayor de todos los milagros, el nacimiento de Cristo.

Los milagros continúan. A semejanza de los pastores, muchos vendrán delante de Jesús. Al igual que los magos, muchos vendrán a adorarle. ¿Nos convertiremos nosotros en uno de los milagros de la Navidad?

Dios quiere que cada día se produzca el milagro en nosotros. Presentémonos delante de Cristo por fe y experimentemos el milagro de Salvación. Jesús llegó a este mundo en la medianoche cuando terminaba un día y comenzaba otro, podríamos decir, en el momento de mayor oscuridad. En el momento de mayor dificultad, nos da la oportunidad de empezar un nuevo día. Allí fue donde la estrella iluminó el establo, señalando el lugar donde había nacido Jesús. Allí en aquel humilde lugar fue donde nació, sin las pompas que la sociedad estaba esperando realizarle. Así también en este tiempo se presenta a nuestras vidas. No como niño, sino como Dios, no como hombre solamente, sino como Salvador.

Presentémonos delante de Él reconociéndolo como nuestro Señor.

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