lunes, 2 de abril de 2012

YO SOY LA VID VERDADERA - (14/11/2010)


Lectura: Juan 15:1-8

Vivimos en tiempos de mucha inestabilidad, de cambios en nuestras vidas. Partimos de una inestabilidad emocional, económica, laboral, familiar o de algún otro tipo. Sin embargo Dios permanece para siempre y en él tenemos que aferrarnos.

Muchas veces nos conformamos con cosas que reemplazan otras, con algo similar, parecido o copia. Pero como eso no es lo verdadero sufrimos las consecuencias. La copia no dura lo mismo que el original ni cumple la misma función, y al final terminamos perdiendo plata, tiempo y esfuerzo. Así sucede en la fe o en las creencias de las personas, buscan reemplazar a Jesús con alguna otra cosa pero es imposible, pues él es el original.

Hace pocos días me comentaba una persona que en algún momento se había congregado y que debido a un desengaño en la fe por causa de un familiar cercano se revelo del evangelio y hoy es devoto del gauchito Gil. ¿Nos hemos puesto a pensar que muchas veces nuestras actitudes pueden afectar a otros si manifestamos algo diferente a lo que confesamos? Es importante reflexionar acerca de la responsabilidad que tenemos como iglesia. Por tal razón debemos afirmar nuestra confianza en “El Verdadero”.

En el versículo 1 Jesús enfatiza en Él diciendo “Yo soy la Vid Verdadera”. Quizás muchos se atribuyen el título del que tiene la solución verdadera, que son los únicos que tienen respuestas para las personas. Pero nuestra mirada tiene que estar siempre puesta en Jesús.

En Juan 1:9 Jesús es comparado con Juan el Bautista, pero él dio testimonio de Cristo, lo que demuestra que Cristo es el único verdadero. Cuando se habla del verdadero pan (Jn. 6:32) Jesús es comparado con el maná. Pero el maná fue provisto de manera temporal, en cambio Jesús provee la vida eterna y nos alimenta continuamente.

La vid provee vida para los pámpanos y Cristo es nuestra fuente de vida. (Jn. 14:6) Él nos da vida abundante (Jn. 10:10)

Juan 1:3 muestra la vid verdadera con relación al Padre: “Mi Padre es el labrador”. Este es el dueño de la viña y desea recoger frutos pero también la poda. Algunas ramas son cortadas para que sean más fructíferas. Seguramente hay algunas cosas de nuestras vidas que deben ser quitadas. Se las poda cortando lo que es innecesario, mediante la aplicación de las escrituras. (v. 3) La vid verdadera con relación a los pámpanos (ramas) (vs. 4-8). “Vosotros los pámpanos” (v. 5). Los pámpanos dejan que la vid fluya hacia los frutos. Para dar frutos debemos permanecer en Cristo y eso es comunicarse con Él, amarle, adorarle y alabarle. Una rama separada de la planta no puede dar fruto. Permanecer en Cristo es serle fiel. Nuestra permanencia se debe ver a través de los frutos que glorifican al Padre (v. 8). Debemos considerar que nuestra Permanencia nos hará ser receptores de mayores Bendiciones de Dios cada día.

Debemos considerar la importancia de estar aferrados a Cristo, manifestar que Su Palabra está operando en nuestras vidas. Cuando un cirujano opera, corta primero y repara la disfunción que puede tener una persona en el organismo para que vuelva a fusionarse como corresponde. Cristo quiere que, aferrados a Él por Su Palabra, todo nuestro ser funcione correctamente. En la medida que Permanezcamos Su Palabra nos limpia.

PERMANEZCAMOS EN CRISTO

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