martes, 3 de abril de 2012

ECHANDO BASES FAMILIARES - (02/10/2011)


Lectura: Génesis 12: 1-4; Salmo 27:10

La familia como base de nuestra sociedad está siendo golpeada. Sabemos que para edificar una casa lo más importante son los cimientos, de acuerdo al tipo de casa o edificio serán las bases que debamos realizar, el material a utilizar, la profundidad que debemos cavar para los pilotines o columnas que tenemos que hacer.


Hoy escuchamos cómo algunas casas se desmoronan, edificios se derrumban porque las bases están dañadas. De igual modo pasa con la familia, sus bases están siendo golpeadas a través de actos de las personas que lastiman sus profundidades y hacen que aquello construido para toda la vida, hoy se sienta carcomido por el entorno que lo rodea y lo que es más fuerte se debilita.

En el pasaje de hoy vemos que Abraham no se quedó en Harán, salió de allí para hacer (juego de palabras) lo que Dios le había mandado. Harán era otro de los hijos de Taré y hermano de Abraham. Muchas veces nosotros nos quedamos pensando “si yo hubiese hecho en aquel momento esto, aquello o lo otro. Si hubiese estudiado, si hubiese trabajado, si hubiese ido a tal o cual lugar”. En este caso debemos ser más resolutivos en nuestras decisiones.

A veces pensamos que lo que hacemos es poco, pero por insignificante que sea, debemos tener en claro el objetivo que queremos alcanzar: “estamos haciendo una gran obra” (Nehemías 6:3).

¿Cómo fue la vida de Abraham en Ur de los Caldéos? ¿Cómo era su familia o su entorno? La cultura en la que estaba sumergido tenía costumbres idólatras, a la vez, cada integrante de su familia podía tener diferentes dioses. ¿Qué tradiciones traía incorporadas de sus antepasados? ¿Quiénes eran sus padres? Abraham podía echarles la culpa a ellos por su desgracia. Lo que su padre comenzó lo dejó inconcluso y quizás él pensaría que le podría pasar lo mismo. Sin embargo, cuando Dios lo llamó, no dudó: “y se fue Abraham como Dios le dijo”.

¿Cómo hizo para desprenderse de sus padres? Taré era muy dominante, salió para ir a Canaán y se quedó a mitad de camino. Quizás nuestros padres no cumplieron con el proyecto de vida que tenía Dios para ellos, pero Dios nos da hoy una posibilidad a nosotros, no nos quedemos a mitad de camino.

Probablemente, mientras Taré vivía, Abraham le debía respeto, era la persona de máxima autoridad. Debía respetar las costumbres de sus mayores, su influencia era total.

¿Por qué Dios lo llamó a él y no a otro? Abraham demostró que era humano, con errores y todo, como cuando tuvo un hijo con la esclava Agar, o cuando hizo pasar a Sara por su hermana ante Abimelec. Sin embargo, tuvo una relación muy estrecha con Dios, era su amigo. Dios no le ocultaba lo que iba a hacer y Él mismo lo escuchaba. El Padre le respondía como con Issac, pero también lo probó con el muchacho, aunque tenía preparado el cordero.

Quizás hay cosas que no alcanzaremos a ver, pero nuestros descendientes podrán disfrutar de aquello que hemos construido nosotros. Cada persona que sigue deberá sobreedificar. Nuestra responsabilidad y habilidad están sobre este tiempo. El pasado no lo podemos cambiar, pero sí, con nuestras actitudes en el presente, podemos llegar a tener un mejor futuro.

A pesar de las equivocaciones de Abraham, él construyó una nación sólida que alcanza hasta nuestros días.
Pongámosle todo nuestro esfuerzo a aquello que deseamos construir, probablemente alcanzaremos a disfrutar de algo. De lo contrario, al menos nuestros descendientes podrán estar un poco mejor que nosotros. Si ponemos nuestra fe en Dios, de alguna manera seremos descendientes de Abraham, quien fue el padre de la fe, y a él le fue contado por justicia que lo que viene es una sociedad mejor si creemos en Dios.

CONSTRUYAMOS BASES SÓLIDAS.

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