martes, 3 de abril de 2012

LA IGLESIA, UN MODELO RESTAURADOR - (27/11/2011)


Lectura: Mateo 16: 13-19

En este tiempo vemos una sociedad resquebrajada por el sistema que nos impulsa a lastimarnos unos a otros. En muchos casos nos mantenemos al margen de lo que está pasando y decimos “mientras no nos afecte a nosotros no nos importa”, y así todo se va destruyendo a nuestro alrededor, y como resultado, tarde o temprano nos perjudica.


“Jesús al ver la multitud tuvo compasión de ellos, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9:35-38; 14:14), había necesidad.

Dios trae su reino al mundo a través de sus seguidores, que presenten a Cristo y no sus vidas. Jesús dijo que sus seguidores tendrían un fuerte impacto en el mundo, a través de ellos traerían su reino. Por medio de la iglesia (y sus seguidores) Jesús cambia el mundo. (Mt 5:14-16; Mt 28: 18-20; Juan 14:12; Juan 15: 1-8; Hechos 1:8)

Se trata de un movimiento (Ef. 4: 15-16). Va hacia delante construyendo algo. Los primeros seguidores cambiaron el mundo, tenían en común todas las cosas, repartían sus bienes, hacían favores, añadían a la iglesia los que debían de ser salvos. Es decir, servían a la comunidad, realizaban conversiones y tenían generosidad (Hechos 6:7). La palabra crecía y los discípulos de multiplicaban.

Hoy es diferente, sólo hay chispas de vida. De vez en cuando hay una conversión, un estudio por aquí, buenos consejos y crecimiento personal en el camino. Hay muchas cosas buenas pero ninguna al nivel de cambiar el mundo. No hay grandes grupos de “no cristianos” buscándonos sabiendo que tenemos vida, es que quizás no la manifestamos como se debe (Hechos 5: 13-14).

Por lo general no somos vistos como la esperanza del mundo, sino como “clubes sociales”, entidades de bien público u ONG. Nos enfocamos en pequeñas reglas y en cómo hacemos las cosas, los estatutos y reglamentos son más estrictos que la Palabra. Tenemos arrogancia porque nos creemos que somos los mejores y condenamos a los que no son “tan buenos” como nosotros. Hipocresía, hay tantos errores (pecados) dentro de la iglesia como afuera. Faltan los frutos del evangelio, las buenas obras, un discipulado. ¿Cuándo fue la última vez que conversó con un “no cristiano”? ¿Con quién está conversando para ayudarle a progresar en su fe? ¿Cuándo fue la última vez que ayudó a alguien a tomar la decisión de arrepentirse y bautizarse? Para la mayoría de los cristianos esto es muy infrecuente.

No tenemos impacto en el mundo, sino “pacto”. Esto no es aceptable porque Satanás está obrando para destruir (Juan 10:10). Quiere destruir tu alma, el de cada persona, también la vida física, la familia, el potencial; con adicciones, distracciones, nos entretiene con cosas que nos alejan.

La razón por la que no vivimos el propósito que hemos recibido de Dios es porque hemos estado siguiendo el modelo equivocado, en la iglesia, como cristianos, como hombres y como mujeres. Si construyes con planos equivocados, no construirás lo que quisiste.

Veremos el modelo de Dios para la iglesia, y el cristiano cuando veamos a Cristo. Al ver lo que debemos estar construyendo lo haremos. Heb. 12: 1-2: “Por tus ojos en Cristo” porque así “hallamos el camino”. ¿Dónde están nuestros ojos?

Debemos ser parte del proyecto de Dios con una mente abierta, poniendo en práctica su palabra. Nuestro modelo no funciona, ¿cuál es el de Dios? Jesucristo.

Cuando vemos cómo deberíamos ser nos damos cuenta de cuánto falta para que seamos así, de cómo no alcanzamos la meta, de nuestra inhabilidad de alcanzarlo.

Por Jesucristo tenemos esperanza. El evangelio dice que no es por nuestro trabajo, ni por ser lo que Dios quiere, que nos acepta y nos ama; sino por lo que hizo Cristo en la cruz, demostrando el amor de Dios a todos.

Recordamos que en el bautismo de Jesús Dios dijo “este es mi hijo amado, con quien estoy muy feliz”, antes de que Jesús hubiese realizado su ministerio.

Ahora, en Cristo, Dios desea decir lo mismo de nosotros, no por nuestras obras, sino por tanto amor que tuvo Dios, quién permitió que su Hijo Jesucristo fuera a la cruz por todos nosotros. Él delegó a la iglesia una gran responsabilidad, “la iglesia: un modelo restaurador”.

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