martes, 3 de abril de 2012

DIOS, EL PADRE, NOS SIGUE AMANDO - (19/06/2011)


Lectura: Malaquías 1:2; 3:17; Juan 3:16

Hoy tenemos un día especial para muchos. Para aquellos que tienen a sus papás pueden disfrutar de su presencia en cada momento, alegrar la mesa al estar juntos, como también expresarle todo el cariño que tienen para con ellos; aquellos que somos padres podemos recibir el cariño de nuestros hijos; y aquellos que no tienen a sus padres, recordarlo con un sentido del momento en el que ellos han vivido, la educación que han recibido y en el medio en el que se han educado, recién allí comprenderemos muchas cosas de nuestra niñez, y por qué fue así.


Generalmente, como padres tenemos algunas características especiales: algunos son más serios o más alegres que otros y algunos se preocupan más por sus hijos. Muchas de esas diferencias corresponden a la crianza o educación que han tenido, como también a que, cuando han tenido oportunidad, han decidido por cuenta propia.

En muchos casos nosotros, como hijos, hacemos un mal juicio de nuestros padres. Lo has hecho una y otra vez, en muchas ocasiones has prometido no volverlo a hacer, dejarlo de una vez por todas, pero dentro de unos días vuelves a caer en lo mismo. Pareciera que es un círculo vicioso, un círculo en donde ocurre siempre lo mismo y del cual crees que no podrás escapar.

Generalmente, en muchos casos nuestra relación con nuestro padre natural, se ve reflejada en nuestro acercamiento con Dios, nuestro Padre Celestial. De acuerdo a como nos acercamos al papá natural, es nuestro acercamiento a nuestro PAPÁ Celestial.

Como no podemos mejorar con nuestro papá, tampoco lo hacemos con Dios. Es allí en donde el enemigo se aprovecha para introducir en tu mente pensamientos de derrota, clase de pensamientos que te hacen pensar que eres un hipócrita, un fracasado, un pecador impulsivo, un sinvergüenza, un indigno y toda clase de pensamientos que lo único que te hacen es abonar a tu frustración y provocar en ti un sentimiento de vergüenza delante de Dios, El Padre.

¿Ha habido momentos en tu vida en los cuales te avergüenzas hasta de ir delante de Dios, el Padre? Son esos momentos en donde nos creemos indignos de Él, en donde no tenemos cara para presentarnos delante de Él, porque a lo mejor somos conscientes que quizás pueda estar cansado de nosotros, porque quizás pensamos que Él ya no nos recibirá o que simplemente nos ha desechado. Si leemos la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32), podemos ver no sólo la actitud de reconocimiento del error del hijo, sino también la actitud del padre para con su hijo, que lo recibió con los brazos abiertos, lo abrazó e hizo fiesta. Ese es nuestro Padre celestial.

Dios no nos ve menos solo porque hay un área en nuestra vida con la que luchas a diario y quizá la mayoría de las veces pierdes, al contrario, Dios ve la disposición de tu corazón de no querer rendirte, de querer salir adelante.

Dios, El Padre, estuvo observándote esas veces que has estado solo creyendo que Él te ha desamparado, esas noches en las que has llorado pensando que no mereces mas ser su hijo, esos días en los que la tristeza ha inundado tu ser creyendo que Dios ya no hará contigo lo que un día prometió.

El no te llamó por lo perfecto que eras, sino por lo mucho que lo necesitabas. Por eso ¡Levántate! no te des por vencido ahora, has avanzado mucho, tienes que seguir, no creas que no podrás, porque Dios en ti pueda lograr cualquier cosa, no creas que todo está perdido, porque Dios jamás ha perdido una batalla, no creas que eres indigno de estar delante de Él, porque Él jamás rechazaría a un corazón contrito y humillado.

Hoy te invito a que lo intentes una vez más, a que vayas delante de tu Padre Celestial, le pidas perdón una vez más y permitas que Él ministre tu vida de una manera especial, Él te sigue amando porque su amor hacia ti es eterno. Jamás te creas indigno de estar delante de Dios, porque Él vino por ti, murió por tus pecados y para darte vida y vida en abundancia, todo lo que Él hizo por ti lo hizo por el amor que te tiene y por lo tanto siempre serás bienvenido para Él y te recibirá con los brazos abiertos.

Levanta tu rostro, y ve como el Señor quiere restaurar tu vida y ayudarte en cada área en la que tienes dificultades, tan solo cultiva una vida íntima con Él. Dios quiere que cada día estés cerca de Él, que mantengas esa comunión real con Él, porque de esta forma estarás más fuerte y preparado para la hora de la dificultad.

Hoy Dios nos quiere recordar lo que somos para Él: “Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve”.

Dios manifestó el momento culmine de su amor, al enviar a Jesucristo (Juan 3:16), amor que tuvo un alto precio, que recupera su costo como inversión al recuperar nuestras vidas en Él. Por esa razón Jesús nos enseño a dirigirnos a Él en oración diciendo: “Padre nuestro, que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre, vénganos ahora tu reino”. Jesucristo desea que el reino de Dios se haga presente en la tierra (Mateo 6:9-13). Cuánto bien a nuestra sociedad le haría, que toda Su Presencia llene cada lugar de la tierra.

Así como Dios amó a Israel, extendió su amor fuera de esos límites para que llegue a nuestras vidas toda la misericordia de Dios, pero que también nosotros podamos manifestar esa misericordia de dios a nuestros semejantes.

La Gracia y Misericordia de Dios sobre tu vida se renueva cada día, por lo tanto jamás olvides que Dios, El Padre, te sigue amando.

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