martes, 3 de abril de 2012

ESFORCÉMONOS POR UN PRESENTE MEJOR - (05/06/2011)


Lectura: Romanos 8: 16-27; 19; 32; 37

En estos días se están esperando algunas condenaciones. Escuchamos cómo aquellos que han asesinado a alguna persona han sido condenados o están por serlo, otras que han estafado están siendo investigadas. Para muchos la opinión pública ya los condenó por su pasado y por su presente oscuro. En definitiva, somos más propensos a dejarnos llevar por lo que dicen que por nuestra propia opinión.

En el pasaje de hoy encontramos riquezas que sobresalen para nuestras vidas. Comienza con que“ninguna condenación hay…” (8:1). Es un capítulo de esperanza consolación, fortaleza y augurio de un mejor estar de nuestras vidas. Cuando los comentarios que escuchamos no son los mejores de la humanidad, que todo va a empeorar cada día, nosotros no debemos preocuparnos porque sabemos que en Cristo tenemos esperanza.

Jesús se hizo cargo de nuestros pecados para que nosotros tengamos esperanza. Por Él somos hijos de Dios (vs. 14, 15), somos coherederos con Cristo (vs. 17), por Él somos llevados a la gloria de Dios (Vs 19). En medio de todo lo que pasa podemos decir que en Cristo tenemos esperanza.

Estamos viviendo momentos difíciles. Todos en alguna medida pasamos por cierto grado de sufrimiento, ya en el hecho de pasar por un hospital encontramos que el mismo nos dice “aquí hay gente que sufre”, hay dolor físico y emocional. Parte de ello viene por causas personales y algunas por otras personas. En la lectura de hoy encontramos que Pablo sabía lo que era sufrir, él pasó hambre, estuve en medio de tormentas y naufragios, fue azotado y apedreado por causa de Cristo, sufrió en su propia carne.

Nuestros sufrimientos no son comparables con los de Jesús en la cruz. Si Él pasó por eso por nosotros, ¿qué estamos dispuestos a hacer por el presente que vivimos?

No podemos escapar de nuestra realidad: tanta violencia a nuestro alrededor, gente sin esperanza que deambula por la calle, matrimonios destruidos, hijos abandonados, abuelos que en el final de sus días no saben qué será de ellos, niños, adolescentes y jóvenes violados y maltratados, vemos familias que están reclamando por un presente mejor, pero sin esperanza humana.

Dios un día se acordó de todos nosotros. Él sabía de todo lo que pasaba y aún pasa, no es ajeno a la realidad que vivimos. Algunos pensarán que no hace nada, pero por eso dio el primer paso al enviar a su hijo, demostró su amor por nosotros (Juan 3:16). Pudo haber sido un espectador de la realidad como tantos otros, sin embargo Dios arriesgó lo mejor que tenía, su hijo, por nosotros.

¿Qué espera ahora Dios que hagamos por la creación, después de haber hecho él su parte? (vs 19; Éxodo 2: 23-25). Espera que hagamos la parte que nos corresponde. ¿Deseamos algo mejor? La creación espera que nos involucremos en tratar de mejorar nuestro presente. Ella espera de nosotros, necesita la libertad de Cristo, gime, está sufriendo, está dolida. ¿Qué podemos hacer? Podemos orar, pedirle a Dios, pero también debemos tratar de ser mejores personas, tratar de compartir con aquellos que no conocen de Dios, ser parte de una sociedad que espera algo mejor, tratar de ser el nexo entre Dios y las personas.

Dios nos llama a ser mensajeros de su reino. Declarar las grandezas de su amor y poder. Las promesas de Dios son grandes y poderosas. Jesús vino a unir a Dios con el hombre a través de la cruz, allí restauró la comunión con Dios, rechazó al acusador, atrajo a las personas por medio de él a gozar de sus promesas. Nos hizo “más que vencedores” en un mundo de perdedores y derrotados.

¿Cómo anda un perdedor? Con la cabeza baja tratando de esconderse, tiene vergüenza por la derrota que ha sufrido, ni se expone a las bromas de los demás.

¿Cómo anda un triunfador? Con la frente en alto, saca pecho y se lleva todo por delante. Cuando entra en un lugar se muestra como diciendo “aquí estoy yo”, le hace frente a todo, trata que todos lo vean y lo reconozcan.

“Somos más que vencedores”. Sin haber hecho nada gozamos del triunfo de Jesús en la cruz (vs 37).

Dios hizo todo por nosotros, somos nosotros quienes podemos ser un canal de bendición para quienes están a nuestro alrededor necesitados de Él. En Él y por Él podemos alcanzar a tener “todas las cosas”, aquellas que deseamos pero más todavía las que Dios tiene para nosotros en este tiempo.

Esforcémonos cada día para alcanzar en Dios un presente mejor.

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