martes, 3 de abril de 2012

NUESTRA ATENCIÓN DEMANDA PREVENCIÓN - (11/09/2011)


Lectura: Mateo 25:1-13

Uno de los grandes inconvenientes que tenemos en estos días es que nos conformamos con vivir el presente. Algunos estamos como Abraham en el monte de Moriah y decimos “Dios proveerá”, pero debemos saber que Él lo hace en la medida de nuestra obediencia y de nuestro esfuerzo.


Un semáforo cuenta con tres luces: el rojo indica peligro, frenar; el amarillo precaución, mirar con cuidado; y el verde avanzar tranquilo. Muchas personas tienen en cuenta la luz roja y la verde, pero no la amarilla que nos dice “prepárese para frenar o avanzar”. Sin embargo es importante que tengamos precaución en los momentos oportunos, generalmente vamos detrás de los problemas y no tomamos las precauciones necesarias.

En el pasaje de hoy nos encontramos con diez vírgenes que representan al remanente de Israel, la iglesia de Jesucristo, nosotros. En otras palabras, son quienes están apartados para Dios, aquellos que tratan de no contaminarse con todo lo que la sociedad les brinda.

Las lámparas representan a la vida del Hombre-Cuerpo. De qué vale que tengamos el cuerpo y no tengamos vida. Para ello debemos contar con el soplo de Dios en nosotros. Podemos tener una linda lámpara, pero para que funcione debemos conectarla a la fuente de electricidad. Así es también nuestra vida, debemos vivir conectados a la presencia de Dios. Algunas personas son “a pilas”, mientras les dure la carga están “bárbaros”, pero cuando comienzan a perder energía se van agotando y les cuesta volver a cargarse. Si vivimos conectados a su presencia tenemos su calor y nos alimentamos continuamente. No perdemos intensidad y podemos ayudar mejor a otros para que reciban luz. (Ver Mateo 5:15 y 1° Samuel 3:3).

Cinco de las vírgenes fueron prudentes, tomaron precauciones. Tenemos que estar preparados para el momento oportuno. Quizás esto es algo que nos cuesta, vivimos al límite o al día, pensamos “si tenemos para hoy bien, mañana vemos”. Pero estas cinco vírgenes eran parte de las que deseaban que llegase el día en que las vinieran a buscar. No sólo esperaban, sino que se prepararon para ello. Evidentemente invirtieron todo para que ese día no las sorprenda sin provisión abundante.

El resto de las mujeres eran insensatas, negligentes, todo lo contrario a las anteriores. Quizás vivimos en el plano natural, nos preocupamos por el hoy, y el mañana “Dios dirá. Pero no podemos delegarle a Dios responsabilidades que son nuestras, como tampoco podemos vivir del esfuerzo de los demás.

El aceite simboliza al Espíritu Santo. Es su presencia lo que hace que nuestra lámpara se mantenga encendida. Es importante que además de tener una lámpara en buenas condiciones, contemos con el elemento indispensable para que se mantenga siempre prendida, su presencia, su Espíritu Santo.

Las vasijas son los vasos extras. No es solamente aquella capacidad con la que cuenta la lámpara, sino esos vasos extras que pueden ser las capacidades que tenemos a través de los dones y talentos que Dios nos ha dado para poder llevar a otros esa luz que Él nos dio. No sólo se trata de tener la vasijas, sino además mantenerlas llenas de su Espíritu Santo.

Por último está el esposo, que es Cristo, nuestro Señor, que vendrá a buscar respuestas de nuestra parte, preguntando qué hemos hecho con lo que ha invertido en nosotros, esto es, su propia vida en la cruz, derramando su sangre y perdonando nuestros pecados. Todo inversor tiene derecho a reclamar sus intereses, multiplicados por la cantidad de tiempo que ha depositado sus bienes. Dios invirtió en nosotros lo mejor: su hijo.

El pasaje dice que diez vírgenes tomando sus lámparas salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las primeras tomaron aceite adicional, pero las segundas no. “Tardándose el esposo […] cabecearon TODAS y se durmieron TODAS”, pero “A la media noche […] aquí viene el esposo”, en el momento más oscuro. Entonces todas se levantaron y todas arreglaron sus lámparas. Sin embargo las insensatas le pidieron aceite a las prudentes.

En algunos casos pensamos que la presencia del Espíritu Santo es como cuando nos falta el azúcar y/o la yerba, que vamos al vecino a que nos provea de lo que tiene, pero no es así.

Ahora bien, tendríamos que preguntarnos ¿por qué nuestras lámparas se apagan? ¿Qué hace que esto pase? En algunos casos es por no haber tomado las precauciones necesarias en su momento, otros por no poner interés en lo que tenemos, por no poner atención en lo que hacemos o por preocuparnos por cosas que nos desvían. Pero deberíamos preguntarnos ¿cómo se encuentra nuestra lámpara?

La presencia del Espíritu Santo es personal. “Velad, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (25:13). Debemos mantenernos alertas siempre.

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