martes, 3 de abril de 2012

DIOS TIENE RESERVADO LO MEJOR - (08/01/2011)


Lectura: Deuteronomio 28: 2-14; 2° Pedro 1: 3-4

¿Cuántos de nosotros deseamos que este año se cumplan todas las promesas de parte de Dios? Quizás alguien diría “por lo menos que se cumplan algunas”, sobre todo aquellas que tienen que ver con nuestros deseos más importantes.

Podríamos hacer una lista de todas esas promesas pero en muchos casos se nos dificultaría el orden de prioridades. Algunos están interesados en las promesas mismas, otros en competir con los demás demostrando que Dios los escucha más.

Dios no quiere que entremos en competencia con nadie, sino que alcancemos el verdadero propósito que Él tiene para nuestras vidas. Pero también desea que nos alegremos cuando algunos de nuestros familiares, hermanos, amigos u otras personas alcanzan promesas que Dios les ha reservado. “Preciosas y grandísimas promesas…” (2° Pedro 1: 3-4).
Para este año Dios tiene reservado lo mejor para cada uno de nosotros, ¿lo deseamos alcanzar?

Hay algo importante que observar en el pasaje que hemos leído, no somos nosotros los que nos debemos poner a la cabeza, los que debemos luchar para estar en ese lugar, ni los que queremos estar allí, sino que es Dios el que nos pondrá a la cabeza de todo y de todos, siempre y cuando cumplamos con algunas de las cosas que él nos pide.

Sin embargo, Dios nunca nos va a poner por cabeza si nosotros estamos conformes con el lugar en donde estamos o queremos estar. Para lograrlo se necesitan algunas cosas.

Primero debemos oír atentamente lo que Dios dice (Deuteronomio 28: 1a). Cuando estamos interesados en oír algo importante buscamos la manera de tener la mejor recepción posible, nos acercamos para oír mejor. Si estuviéramos atentos a Dios como lo estamos, por ejemplo, al teléfono, la radio o la televisión, las cosas en nuestra vida serían diferentes. No hacerlo atentamente nos pone en una situación difícil ante Dios, ya que cuando nosotros queramos pedir algo ante Él, tampoco nos oirá.

En segundo lugar debemos guardar lo que Él nos ha dicho (Deuteronomio 28: 1b). Al comenzar a hacerlo así, aquellas cosas que una vez fueron imposibles van a comenzar a ser una realidad. Nuestra fe en Él y lo que ha dicho se convierte en la llave que abre todo, esto es lo más importante que el hombre puede hacer en su vida, guardar lo que Dios le ha dicho.

No significa que después no nos acordemos dónde hemos puesto aquello que guardamos, como suele suceder. Significa saber sacarlo a la luz cuando en verdad lo necesitemos. Demostrar que estamos preparados para saber enfrentar las dificultades como también las situaciones que dependen de nuestra capacidad de acuerdo a la formación que hemos tenido cuando las cosas demandan una mejor decisión de nuestra parte.

Por último, debemos poner por obra lo que nos ha dicho y que hemos guardado (Deuteronomio 28: 1c). Nada funcionará si no lo ponemos a trabajar. Debemos de operar las cosas para que nos den el beneficio para lo cual han sido diseñados. La lista de bendiciones que inicia en el versículo 2 hasta el 14 no serán nunca posibles si no hacemos lo que dice un solo versículo, en especial el pasaje que dice que pongamos por obra.

Podemos pasar toda la vida oyendo la palabra de Dios y guardándola, pero si no la hacemos no tiene efecto. Dios quiere ponernos al frente de todo y de todos, hagamos lo posible para complacer a Dios en esto.

En muchos casos vemos todo muy difícil de hacer, en  otros nos parece imposible, pero todo dependerá de nuestra posición ante la vida y los proyectos que deseamos alcanzar. Si esos proyectos están basados en intereses personales, posiblemente no tendremos los mejores resultados, sólo algunos. Pero cuando están basados en nuestra confianza en Dios, “Él proveerá” lo mejor de su parte para nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario