martes, 3 de abril de 2012

SE BUSCAN OBREROS - (01/05/2011)


Lectura: Mateo 9: 35-38

 Cuántos de nosotros trabajamos? ¿Cuántos lo hacemos en relación de dependencia? ¿Cuántos en relación de independencia? ¿Cuántos esperamos una mejor remuneración? Muchos, cuando comienzan a trabajar, quieren ser jefes pero no tienen la experiencia del oficio. Otros quieren un salario digno pero sin trabajar. Sin embargo, “el labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero”.


En el pasaje de hoy vemos que Jesús no se quedaba quieto. Recorría las aldeas, las ciudades, hogares y estaba con sus habitantes. Evidentemente había necesidades en todas partes. Él veía a las personas, es decir que se daba cuenta cómo se encontraban en la profundidad de su ser. Sabía que todas las personas de todas las edades tenían necesidades. Nosotros debemos reconocer que tenemos una larga tarea por delante.

¿Recordamos cuando Jesús nos encontró a nosotros? Estando nosotros entre la multitud Él nos vio, tuvo ojos para con nosotros. Tuvo compasión, nos rescató y nos apartó con un propósito, para prepararnos y que, con su sentir, podamos, desde su misma posición, mirar cómo están las personas en la multitud. Muchos ven la necesidad y miran para otro lado, no hagamos eso. Si miramos y vemos no es para criticar o emitir juicio sobre las personas que se encuentran en estado desesperante, sino para que dentro de nuestras posibilidades podamos dar una mano.

Jesús cumplía con varios ministerios. “Recorría ciudades y aldeas”, en esos lugares también entraba a casas de familia. “Enseñaba en las sinagogas de ellos” y sus enseñanzas eran sobre cómo debían conducirse en la vida y en relación con los demás. “Predicaba el evangelio del reino”, llevaba un mensaje de parte de Dios, conmovía a las personas con su Palabra y llegaba a lo profundo del ser. “Sanando de toda enfermedad […] de toda dolencia del pueblo”. Más allá de todo lo que hacía se detuvo a mirar a las multitudes. Pero no se conformó con mirar y ver lo que estaba pasando, sino que dice la Biblia que “tuvo compasión de ellos”. Le dolía en el espíritu lo que les estaba ocurriendo. Dentro de esa multitud había y hay ancianos, adultos, matrimonios, hijos, jóvenes, niños, enfermos, dolientes, pobres, ricos, minusválidos, personas con problemas y necesidades visibles o invisibles.

Jesús las vio desamparadas, sin protección, dispersas, cada uno por caminos diferentes, “como ovejas que no tienen pastor”, pero no es que no lo tenían, sino que estaban “como” que no lo tenían.

¿Cuál debe ser la característica de un pastor? Debe atraer, guiar, enseñar, alimentar, debe ser sensible a las necesidades de su rebaño y corregir.

El trabajo es mucho para pocos obreros (v. 37) y por eso piden más trabajadores para tantas tareas(v. 38). No dice que se necesitan más pastores, sino más obreros. Permítame darle un ejemplo con todo respeto. Seguramente hemos visto películas en las que había ovejas y pastores, pero ¿quién es el ayudante del pastor, que recorre el campo, junta a las ovejas y las lleva hacia el rebaño, alerta al pastor si alguna está en un lugar difícil al que no puede acceder, las molesta para que retomen el camino y las atrae nuevamente al redil? (Le recuerdo que el ejemplo es con todo respeto) Es el perro del pastor o los perros que pueda tener de acuerdo al rebaño que tenga. Esos son los obreros más importantes del pastor, quienes trabajan para que la obra sea más importante y más grande cada día.

Características de un obrero: aprendió su oficio, se deja enseñar, trabaja, se esfuerza cada día, cumple con su horario y está siempre disponible, sabe utilizar las herramientas que el encargado del trabajo le da, hace lo que se le pide y no lo que quiere, respeta a su jefe o patrón, responde a su jefe y no a sus compañeros, es obediente, se preocupa por que su trabajo se realice mejor cada día, no toma compromisos dentro del horario de trabajo y si lo hace avisa con tiempo. Es compañero con sus semejantes, en  algunos casos si le toca cubrir a algún compañero lo hace con gusto, es solidario, no ve las fallas de los que lo rodean, sino que dentro de su posibilidad trata de cubrir aquellas fallas para que el trabajo se realice mejor, se complementa con sus compañeros.

Si todo esto lo trasladamos a la actividad de la iglesia, ¿cómo resultaría? Seguramente muchos deseamos algo más importante en lo personal y en lo congregacional, pero en el “mientras tanto”, tenemos que contentarnos con lo que tenemos. Eso no quita que debamos trabajar más y no dejar espacios vacíos.

Viendo el panorama que nos rodea podemos observar una realidad en la que nos encontramos, vemos el gran trabajo a realizar y la necesidad de obreros.

Rogamos que el Señor de la mies envíe obreros a su mies”. 

¿Por qué no nos preguntamos “seré yo ese obrero”?

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