Lectura: Josué 24:14-15; 20-22; 2 Pedro 1:10
Hacemos decisiones todos los días de nuestras vidas. Quizás hemos tomado algunas decisiones que no nos han dado el resultado esperado. Es posible subestimar o sobreestimar el valor de hacer buenas decisiones, pero debemos entender que cada vida está compuesta del total de ellas, grandes y pequeñas, de las que el individuo hace cada día.
En el pasaje de hoy vemos que Josué le habla al pueblo reunido desde la ciudad de Siquén (su nombre significa “hombro”). Podríamos decir que Dios nos lleva sobre sus hombros.
Ese fue el primer lugar donde, después de la promesa, Abraham le edificó un altar. Siquén era una de las seis ciudades de refugio del pueblo de Dios. Él es nuestro refugio.
Es necesario entender algunas verdades con respecto a nuestras decisiones: tendrán efectos en el futuro inmediato o distante; pueden afectar a otros, especialmente a las personas más cercanas a nosotros; la indecisión es en realidad una decisión de no hacer nada. Por regla general se hacen decisiones a través de un proceso y no en un solo momento. El hacer buenas decisiones requiere tanto de tiempo como de firmeza.
Veamos diez preguntas importantes a considerar a la hora de tomar decisiones: ¿Cómo puedo definir la decisión que tengo que hacer? ¿Cuándo debo hacer esta decisión? ¿Qué dice la Biblia con respecto a ésta decisión en mi vida? ¿Cuáles son las opciones disponibles? ¿Cuáles son las circunstancias de cada opción? (Proverbios 22:3) ¿He tomado el tiempo necesario para reunir la información necesaria? (Lucas 14:28-30) ¿Hay algunas decisiones del pasado que pueden servir de guía ahora? (Proverbios 18:15) ¿Estoy teniendo en cuenta los sabios consejos? ¿Estoy tranquilo con ésta decisión? ¿He llevado ésta decisión en oración?
Prestemos especial atención a algunos ejemplos bíblicos de malas decisiones. Taré (Génesis 11: 31), la indecisión lo llevó al estancamiento, y nunca llegó a la tierra prometida por Dios.
Saúl (1° Samuel 13), la impaciencia lo llevó a hacer lo que no le correspondía. En consecuencia, perdió la posibilidad de que su familia permaneciera en el trono.
Jonás. Cuando Dios le mostró sus propósitos, decidió tomar otro rumbo totalmente diferente y casi lo paga con su propia vida.
El hijo pródigo (Lucas 15: 11), decidió irse lejos, malgastar todo lo que tenía y vivir perdidamente.
Ahora observemos algunos ejemplos bíblicos de buenas decisiones. Moisés (Éxodo 33: 15), él podría haber elegido todo lo que Dios le ofrecía, pero escogió al Dios de los ofrecimientos.
Caleb (Génesis 14: 6), decidió tomar una montaña como herencia, y aunque tuvo que luchar por ella fue bendecido con paz.
Josué (Josué 24: 15), en medio de tanta oferta de dioses, él decidió servir a Jehová.
Salomón (1° Reyes 3), el rey reconoció que lo primero que necesitaba era ser sabio y entendido para poder llevar adelante los planes de Dios para el pueblo.
El hijo pródigo (Lucas 15: 11), decidió volver a su casa, reconocer su falta, pedir perdón, y ponerse en las manos de su padre.
¿De qué malas decisiones que tomaste en el pasado te estás arrepintiendo? ¿Somos conscientes de cuánto y a cuántos podemos afectar para bien o para mal con nuestra próxima decisión?
Por tal motivo la decisión que hoy tome no debe ser por la influencia de otras personas, sino por una convicción personal. Josué no permitió que el pueblo decidiera por él. Pero su decisión motivó al pueblo a que dejara de lado los dioses ajenos y siguiera al verdadero Dios que los sacó de Egipto (esclavitud) para introducirlos en la tierra prometida.
Así nuestra elección de este día puede hacer que quienes están a nuestro alrededor vean a Cristo en nuestras vidas.
AFIRMA CADA DIA TÚ ELECCIÓN
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