Lectura: Juan 14: 1-6
No nos vamos a detener en estos versículos solamente, sino que veremos cuál fue el contexto de la conversación de Jesús. En ellos vemos que se resume de la forma más fácil la forma de vida tan desesperada que vive el hombre con tal de sentirse realizado. Esa vida tan complicada, sin sentido, sin sabor, sin rumbo y sin color es producto de querer dejar al margen a quien puede hacer todo más dulce y feliz.
Sin embargo, Jesús está hablando con sus discípulos sobre su muerte. Pedro es el que le quiere seguir, y Tomás no sabe dónde va. Pedro le promete dar su vida por Él y pero Jesús le anuncia que le negará tres veces. (Jn 13:36-38)
Recién después El le menciona aquello que trascendió en el tiempo hasta nuestros días: Jesús les habla de tres áreas que las personas necesitan tomar en consideración para llegar a destino. Son tres áreas por las cuales el hombre se desvive, pierde la cabeza y muchos hasta arriesgan su existencia, llegando a morir sin haber alcanzado todo aquello por lo que lucharon y dieron lo mejor de ellos.
Cristo tiene lo que nos falta y lo que todavía muchos, incansablemente, siguen buscando. Lo mejor de todo eso es que no cuesta nada, no tiene precio, no se puede comprar, no se vende en ningún lugar, es solamente una actitud y creer de todo corazón que Jesucristo es el regalo de Dios para nuestra vida.
Es cuestión de fe, de creer o no, de seguir creyendo que lo puedo obtener por mis propios medios, o parar esa búsqueda y detenerme en la persona de Cristo para recibir con el corazón abierto lo que Cristo nos quiere dar con sus brazos abiertos.
Jesucristo es el camino que debemos andar (Jn 14:6a). Jesús da por sobreentendido algo que debemos saber (Jeremías 6:16). El camino ha estado allí siempre, hemos sido nosotros los que hemos andado por nuestros propios caminos. Sólo uno nos lleva al padre, Cristo es ese que lleva hacia delante, es el camino con una sola meta: El Cielo.
Jesucristo es la verdad que debemos aceptar (Jn 14:6b; 8:32; 18:37-38). No es una de las verdades, es “la” verdad. El que encuentra la verdad no vivirá confundido. Al encontrarla no hay sed por buscar más. A algunos no nos gusta, pero es la verdad. Duele pero es lo que necesitamos.
Jesucristo es la vida que debemos vivir (Jn 14:6c). Por querer vivir su propia vida, hay personas que nos dicen que los dejemos en paz, que saben lo que están haciendo. Jesucristo es calidad de vida, es una vida a todo dar. Quienes lo hemos experimentado podemos decir que verdaderamente hay vida en Jesús.
Si conocemos el camino, en Él también tendremos seguridad de nuestro destino (Jn 14:7). Cuando comenzamos a transitar sabremos hacia dónde nos dirigimos, nuestros pasos seguros nos darán mayor confianza. No debemos quedarnos parados, sino continuar firmes. Cuando Jesús habla de conocerle nos está remarcando la importancia de pasar tiempo con Él, nos habla de tener intimidad con su persona. Es manifestar un interés ilimitado de Él, de abrirle nuestro corazón para que Él pueda entrar cada vez más en nuestras vidas.
¿Cuáles son nuestros pasos hoy? ¿Sabemos hacia dónde nos dirigimos? Contamos con una hoja de ruta: su palabra, es el GPS que no falla. Hay un destino que nos espera. Cuando emprendemos un viaje no sólo disfrutamos del paisaje que vemos, sino que la finalidad es llegar a destino. Dios, a través de Jesucristo, desea que disfrutemos del viaje, pero
Él nos espera al final del Camino.
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