Estas dos parábolas que vamos a estudiar en éste día son similares, hablan no solamente de la importancia del Reino de Los Cielos sino también de las cosas que en realidad tienen VALOR.
Nada tiene más valor en el mundo que la salvación del hombre y es por eso que Cristo lo demuestra presentando estos ejemplos del tesoro y la perla que valen la pena como para renunciar a todo con tal de adquirirlos. Todo en la vida carece de valor, es pálido y sin sabor en comparación con la eterna garantía de la salvación de las almas sin Cristo.
¿Qué sería para nosotros la más grande inversión y vender todo lo que poseemos con tal de comprarlo?
Esta nueva relación con Dios debe ser para el cristiano la relación más importante que debe tener. Es una relación que debe procurarse, cultivarse, cuidarse y apreciarse. No es cualquier cosa, es algo de MUCHO VALOR.
En los tiempos antiguos, la tierra era usada para guardar ó esconder las cosas de valor. No había bancos, cajas fuerte o de seguridad. Era el lugar más confiable aún en tiempos de guerra. Cuando el hombre halla ese tesoro (Mateo 13:44) ya nada en su vida tiene valor, comparado con lo que vale su nueva vida.
Debemos comprometernos ahora con Cristo para decirle como Iglesia, que los que no le conocen sean de nuestro mayor interés, para que Dios encuentre muchos otros donde depositar Su Amor como lo hizo con nosotros.
Mateo 13:45-46 muestra a un mercader que ya tenía varias perlas, pero no se conformaba sabiendo que había otras. Nada se compara con tener LA PERLA que en realidad tiene valor. Es la que le da valor no sólo a las otras, sino a la vida del dueño de la perla. La Perla Preciosa tiene el verdadero valor cuando está en manos de su dueño.
Decimos que el tesoro y la perla son usadas por Cristo en las dos parábolas para demostrarnos que lo que Él nos puede dar tiene más valor que lo que el hombre nos pueda ofrecer.
Cuando hablamos de Tesoro, decimos que como en la antigüedad están guardados en un gran cofre, y son muchas cosas de diferentes valores, unas más y otras menos. Quizás así se encuentra nuestra vida. Tenemos diferentes cualidades, capacidades o talentos guardados, pero nunca le damos el valor que corresponde, sólo cuando lo perdemos o nos lo roban vemos la utilidad que le podemos dar. Tenemos muchas cualidades que debemos desarrollar.
En muchos casos le damos mayor valor a cosas que no tienen la importancia que le corresponde realmente. Pero debemos tener en claro cuales son nuestras prioridades y no abandonar nuestros objetivos.
Veamos a quienes representan cada uno de los personajes de este pasaje.
El hombre o mercader, es Dios, quien busca. El campo donde está enterrado el tesoro es nuestra vida. Hay tesoros escondidos que nunca hemos desarrollado. El Tesoro son capacidades, talentos dados por Dios, para desarrollarlos. La Perla, encontrar el espíritu de la persona y tener comunión. Aquello que le da verdadero valor al campo. Desea tener comunión por Su Espíritu.
Dios “Vendió todo”. Entrego a Su Hijo Jesucristo por cada uno de nosotros, sabiendo que lo iba a recuperar.
Él quiere encontrar en cada uno de nosotros el ser completo que le dé el verdadero valor a la vida. No es conformarnos con poco, sino anhelar todo. Una Perla enterrada no vale nada, pero cuando se la descubre y se la limpia se puede contemplar en todo su aspecto como algo hermoso. Así es nuestra vida por la obra de Jesucristo a través de la cruz, él pagó un alto precio, porque nosotros lo valemos, derramó Su Sangre para limpiarnos de toda maldad.
El pasaje dice que el hombre encontró el Tesoro y la Perla Preciosa, compró el campo pero no saco nada. Así es Dios, él compró nuestras vidas por medio de Su Hijo pero no saco ni el Tesoro ni La perla Preciosa sino que le dio mayor realce por quien era el dueño de todo, por su Espíritu Santo.
Dios quiere al hombre completo con todas sus capacidades, Tesoros activos, un espíritu en comunión con Él y una vida llena de Su Presencia. Dios es el Administrador del campo completo.
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