martes, 3 de abril de 2012

AFIRMANDO NUESTRA FE EN LA DIFICULTAD - (13/03/2011)


Lectura: 1° Crónicas 12:32; Mateo 8: 23-27

En el primer pasaje que leemos observamos que eran tiempos de trastornos y cambios en Israel.  Saúl se había suicidado, David había sido ungido como rey, nadie sabía lo que debía hacer. Pero había un grupo de personas que sí entendían cómo debían actuar. Eran los hijos de Isacar, ellos tenían conocimiento de los tiempos. Siempre que pasa algo, por mucho o poco que pareciera, habrá quien, con sabiduría, sabrá qué es lo que se debe hacer.


En el segundo pasaje vemos que Jesús iba en la barca con sus discípulos y estaba durmiendo, sin embargo él estaba más despierto que todos. Varios de los doce eran conocedores del mar, sin embargo tuvieron miedo.

Cuando estamos en las dificultades todos pasamos por momentos similares, de miedo o temores. Pero Jesús, conocedor del tiempo, calmó el mar. Quizás podamos decir hoy “Señor, trae calma también a las tormentas por las que estamos pasando en nuestras vidas”.

Tenemos que saber leer las señales de los tiempos (Mat. 16: 1-4; Jonás 3:4-5). Los fariseos no podían leer las señales, Jesús dijo que eran profetas del “tiempo”, de la naturaleza, buscaban indicaciones milagrosas. Pero pasaban por alto la realidad, Cristo estaba allí, no notaban Su Presencia.

Cuidémonos de los que declaran tener un conocimiento espectacular o sobrenatural acerca del regreso de Cristo o de la identidad del anticristo. Busquemos las señales ya reveladas en las escrituras: la decadencia moral como en los días de Noé, erupciones violentas en la naturaleza, señales internacionales relacionadas con Israel.

El entender las señales nos ayudará a estar firmes en la fe, como también a saber testificar, no por miedo, sino por manifestar nuestra confianza en Dios y atraer a las personas a Él.

Tenemos que conocer los tiempos especiales (Luc. 19:44). Jesús lloró a causa de los tiempos difíciles que vendrían sobre Jerusalén. La ciudad sería sitiada y asediada por el enemigo, la destrucción se acercaba sobre ella. A Jesús le duele toda situación difícil que podamos pasar. ¿Cuáles eran las razones para sus lágrimas? Jerusalén le había rechazado a pesar de haber recibido todos sus mensajes y milagros. Habían fallado en reconocer ese tiempo especial (Luc. 19:42).

¿Es este un tiempo especial en nuestras vidas? ¿Nos está haciendo Dios conscientes de la realidad de nuestras vidas? Que no llore Cristo porque nosotros ignoramos el tiempo de “su visitación”.

Debemos aprovechar el tiempo (Efesios 3:16). ¿Cómo lo hacemos nosotros? Quizás en lugar de aprovechar el tiempo nos aprovechamos de los tiempos. En muchos casos miramos a nuestro alrededor para saber qué debemos hacer con todo lo que pasa. Deberíamos manifestar aquello que Dios ha puesto dentro nuestro, en nuestro corazón, para tratar de trasmitir que a pesar de todo lo que pueda llegar a pasar hay un Dios grande y misericordioso que está dispuesto a ayudarnos cualquiera sea nuestra dificultad, exterior o interior.

¿Cuál era el conocimiento de los hijos de Isacar? Evidentemente eran personas sabias, preparadas y estudiadas. Se habían capacitado para tomar decisiones que influyan primero en sus vidas. Eran “entendidos en los tiempos”, nada los iba a tomar por sorpresa. Eran personas precavidas, se anticipaban a lo que podía ocurrir, “sabían lo que Israel debía hacer”. David tenía a los mejores consejeros, seguramente con personas como ellos se sentiría respaldado. Sus consejos eran tenidos en cuenta por sus hermanos, evidentemente sabían muy bien lo que decían y a la vez daban resultados que beneficiaban a todo el pueblo.

Es tiempo de despertar (Romanos 13: 11-14). Dejemos de andar en todas aquellas cosas que no edifican y nos destruyen. Si sabemos lo que debemos hacer, también debemos saber aquello que NO debemos hacer. Seamos entendidos de los tiempos. Seamos como los hijos de Isacar, para que por nuestras vivencias y decisiones podamos ser de bendición para quienes están a nuestro alrededor.

Si en medio de las dificultades que vivimos nos mantenemos firmes en la fe en Jesús podemos trasmitir de Él cada día.

Jesús, conocedor del tiempo, calmó el mar. Diríamos hoy: “Señor, trae calma también a las tormentas por las que estamos pasando en nuestras vidas”.

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