Lectura: Marcos 5:21-25, 35-43
En este pasaje, vemos la circunstancia que tuvo que atravesar una familia. Quizás como mucho de nosotros atravesamos momentos críticos que no se lo deseamos a nadie, cuando nos encontramos en momentos difíciles que no sabemos a quien recurrir parece que estamos en un callejón sin salida, por más que golpeemos puertas, no tenemos respuestas, o las que nos dan no nos satisfacen.
En la Palabra de este día hemos de aprender a mantener nuestra confianza en Jesús, más allá de las dificultades que se presenten.
Hay otras personas que están pasando por dificultades iguales o peores que las nuestras, pero siempre creemos que nuestro problema es el más grande. La circunstancia que nos rodea, nos lleva a bajar los brazos. ¿Cuál será nuestra actitud en este día?
Vemos como Jesús estaba rodeado por mucha gente. ¿Acaso dentro de todas esas personas no había necesidades? ¿Solamente se encontraban dos personas, Jairo, el principal de la sinagoga y la mujer que toco el manto? La diferencia la hacen las actitudes de unos y de otros, Jairo era una persona creyente seguramente por su cargo, para la mujer era su última oportunidad después de haber ido a todos los médicos. Sin embargo, en la multitud que le rodeaba, muchos eran curiosos para ver que hacía Jesús, y por consiguiente no podía hacer nada.
¿Cuál habrá sido el trayecto que aquel principal tuvo que recorrer? La Biblia no lo dice, pero por más corto que sea, cuando hay una dificultad se hace interminable.
Este hombre era uno de la multitud que llegó con un problema específico, y se lo presentó a Jesús. Esto es lo que debemos aprender, cuando tenemos en claro nuestra dificultad tenemos que presentársela a Jesús específicamente.
Jairo tuvo una actitud humilde, “se postró”, pero sobre todo en esta actitud estaba reconociendo que se encontraba ante alguien de mucha mayor autoridad que él. No le importó la multitud que lo rodeaba, a pesar de su rango.
En muchos casos las noticias negativas, tienden a desanimarnos. Vemos que pasa el tiempo y no tenemos respuestas. Las personas que nos rodean no tienen los problemas que tenemos nosotros, pero no sabemos que quizás tienen unos problemas similares o mayores que los nuestros. Buscamos por todas partes y nuestra fe se va desgastando. Las personas que nos rodean aún nos desaniman para que no lo sigamos intentando. “para que molestar más…”.
Jesús hace callar las voces negativas. (vs. 36) ¿Por qué ocurrió esto? Porque más allá de la gran multitud que les rodeaba, Jairo se encontraba acompañado, rodeado y cubierto por Jesús. Esa debe ser nuestra esperanza, es Jesús el que está al lado nuestro, es Jesús quien camina a nuestro lado, es Jesús quien hace callar las voces negativas. Estas siempre van a levantarse, pero tenemos que saber a quien escuchar. ¿Hacia dónde están dirigidos nuestros oídos? ¿Qué le dijo Jesús? “No temas, cree solamente”.
Jesús cambia todo nuestro alrededor, la multitud que lo rodeaba durante el camino, las noticias negativas acerca de la muerte de su hija. Como si fuera poco, cuando llega a su casa, “había gran alboroto, llanto y lamentaciones”, (38-39) y “se burlaban”.
Pero lo más llamativo es lo que hace Jesús. “Echó a todos”. Voces negativas, afuera, reunió a la familia “y entró donde estaba la niña”. Dejemos que él se encargue de nuestros problemas.
Cuando alguien en nuestra casa está pasando una dificultad, toda la familia lo vive con la misma intensidad. Jesús va a la raíz del problema y dice: “a ti te digo levántate”.
Quizás muchos de nosotros personal o familiarmente estamos pasando por situaciones extremas. Nos sentimos apretados, limitados en nuestras convicciones por todo lo que nos rodea. Aún se levantan voces quizás de gente de confianza o en nuestra propia casa que anulan nuestra fe.
Todavía se sigue escuchando la vos de Jesús que nos dice: Familia. “NO TEMAS, CREE SOLAMENTE”. Pero además responde a nuestra fe: “A TI TE DIGO LEVANTATE”. Podrá faltarte algún ser querido, esa es una realidad, pero, JESÚS siempre estará presente para levantarte.
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