Por la predicadora Ana Guerrieri
Lectura: Lucas 22: 39-43; Daniel 6
Cuando llegan las crisis, los momentos terminales, el ser humano quiere volver al vientre de la madre, al lugar donde tiene protección, seguridad. Nosotros sabemos que tenemos un lugar a donde podemos correr en los tiempos más difíciles de nuestras vidas, en los momentos de crisis, cuando no sabemos qué hacer, hacia donde ir, en los momentos más críticos. Cuando nuestra seguridad se nos es quitada sabemos que hay refugio en Dios.
Jesús sabía que iba a morir, pero también entendía que tenía un propósito. Él les dio un consejo a sus discípulos, “oren para que no entren en tentación”.
Dice el pasaje de Lucas que mientras Jesús oraba se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Cuando nosotros oramos hay un gran movimiento angelical. Los ángeles son espíritus ministradores que Dios manda a favor nuestro. Por eso cuando hay crisis, dolor, quebranto, Dios manda a su ángel para que nos fortalezca. Jesús había tomado la decisión de tener una vida de oración, y eso determinó su vida, él sabía que si elegía orar, sus problemas y crisis se resolverían. Cuando en nuestras vidas todo está bien nos sentimos seguros, pero cuando nos es quitada la seguridad, es ahí donde podemos cometer las equivocaciones más grandes de nuestras vidas. Pero si nosotros vamos a Dios como hizo Jesús y le decimos que no sabemos qué hacer y le pedimos ayuda, Él nos fortalecerá.
Cuando viene la crisis es ahí cuando sale el verdadero cristiano. Muchas veces aconsejamos a otros pero cuando nos pasa algo a nosotros no hacemos lo que decimos. Jesús siempre consultaba y se encontraba con el padre porque era quien lo sustentaba.
Si tenemos una vida de oración, nos pueden faltar muchas cosas, pero teniendo a Dios tenemos todo. A pesar de todo lo que podemos estar atravesando, los problemas, el dolor, la crisis, Dios es Dios.
Jesús intercede por nosotros, recibe las oraciones y le dice a Dios “Padre, mira a tu hijo que te clama, tiene problemas” entonces Dios se conmueve y envía su bendición, sus ángeles, quienes nos dan los recursos para salir adelante.
Dios va en contra de todos los sistemas de la sociedad, cuando todos se quejan por falta de trabajo, por problemas, escases, Dios bendice a sus hijos. En los momentos más difíciles Él nos provee lo que parece imposible.
Nosotros somos cristianos porque seguimos a Cristo, seguimos sus pisadas. Eso quiere decir que nosotros vamos por el mismo camino de Jesús. Cuando todo va bien es fácil decir que lo seguimos, ¿pero cuando llegamos al Getsemaní donde nuestra vida es quebrantada?
Jesús oraba y no miraba a su alrededor, sólo a Dios. Para poder pasar estas crisis necesitamos un toque de Dios, necesitamos ser fortalecidos. Humanamente no podemos.
En el otro pasaje de hoy vemos que Daniel y sus amigos eran diferentes y eso se notaba en el hablar.“Pero Daniel mismo era superior […] porque había un espíritu superior en él”, cuando uno tiene a Dios la gente se da cuenta.
Daniel era fiel y no tenía faltas. Cuando decidimos consagrarnos a Dios, el enemigo siempre va a buscar cómo hacer para que caigamos. Pero como no podían hallar nada malo en Daniel fueron a la máxima autoridad y tramaron contra él.
Daniel sabía lo que se estaba decidiendo porque era gobernador, pero observemos lo que hizo. Cuando se enteró de que el edicto había sido firmado, no se enojó ni protestó, sino que, tranquilo, entró en su casa, abrió las ventanas, se arrodilló y oró mirando hacia Jerusalén. Daniel daba gracias a Dios pese a que iba a morir.
Al rey no le quedó otra opción que cumplir con el mandato, pero le dijo a Daniel, El rey se fue a su casa a dormir pero se le fue el sueño. Lo mismo ocurre con nuestros enemigos, Dios les quita el sueño.
El rey, desesperado, fue corriendo a ver si Daniel seguía vivo, y al llegar al lugar y preguntar, éste le respondió “oh, rey, vive para siempre”. Daniel no estaba enojado ni tenía rencor, pues Dios envió un ángel a que tapara la boca de los leones. En este tiempo Dios va a enviar ángeles para que cierre la boca de los que se levantan contra la iglesia, contra los siervos de Dios, y nosotros no tenemos que enojarnos cuando veamos o escuchemos a esas personas, sino que debemos orar.
Todos aquellos que tramaron contra Daniel, junto con sus familias, fueron metidos en el pozo de los leones. Si tenemos una vida de oración y un andar con Dios, Él se encarga de nuestras circunstancias, de nuestros problemas, de nuestras crisis. Nosotros hacemos nuestra parte y Él la suya.
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