Lectura: 1ª Samuel 21: 1-9
En la vida pasamos por muchas dificultades, muchas tormentas, pero aún en los momentos difíciles tenemos respuesta de parte de Dios. El Salmo 92: 12 y 13 dice “el justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová”. Que importante es echar raíces en la casa de Dios, en la presencia de Dios. Así, si las raíces están bien fundamentadas, por más que venga la tormenta, podemos estar firmes. La palmera puede ser doblada por la tormenta pero no se puede partir. No significa que por estar en la iglesia no vamos a tener problemas, pero lo cierto es que Dios nos ayuda a salir adelante en medio de la dificultad.
En 1ª Samuel encontramos la historia de David, un joven que se enfrentó a un gigante con una honda y cinco piedras (utilizando sólo una) y que lo mató convirtiéndose así en el héroe nacional. Por este acto David recibió un premio que fue casarse con Mical, la hija del rey Saúl. También fue el mejor amigo de Jonatan, el hijo del rey, sin embargo invadió a Saúl un celo hacia David al punto de intentar matarlo, porque cada vez aumentaba más la popularidad del joven.
Así, David tuvo que dejar la amistad de Jonatan, a su esposa, el palacio donde vivía, su lugar, porque Saúl lo intentaba matar y lo perseguía. ¿Qué hizo David en medio de las dificultades, y como actuaríamos nosotros si nos encontramos en situaciones similares?
En muchos casos nadie sabe como estamos. Quizás somos de la clase de personas que no contamos lo que nos pasa. No es fácil hablar de nuestras intimidades. Pero están también aquellos que sin saber, comienzan a tejer historias que nada tienen que ver con la realidad o quizás si, pero no es tal como se la imaginan.
David, iba huyendo de Saúl. Al haber sido elegido el sucesor del rey, Saúl lo buscaba para matarlo. Por tal motivo David dejo todo y fue en busca de refugio, eran momentos desesperantes para el y de angustias. Así David se dirigió a la ciudad de Nob. (vs. 1)
Esta ciudad era reconocida como la ciudad de los sacerdotes. No reveló su problema al sacerdote, sino que con engaños se presentó delante de él. En la necesidad de ser ministrados debemos estar cerca de aquellos que traerán una palabra de parte de Dios.
Si esto lo trasladamos a nuestros días diremos que en medio de las dificultades debemos presentarnos en la iglesia. Presentarnos delante de Dios. Pero no solo en dificultades sino en todo momento.
En segundo lugar, en su desesperación tenía hambre (vs. 3-6). Por las dificultades que estaba pasando se encontraba débil y necesitaba alimentarse. Pero no había pan común, sino solo Pan Sagrado y no debían estar contaminados para alimentarse.
Muchos podrán decir que no estamos presentables para comer el Pan Sagrado, no lo merecemos, o quizás nosotros mismos somos aquellos que nos anulamos y pensamos que Dios no nos tiene en cuenta. Recordemos como fue criticado Jesús cuando sus discípulos cortaban espigas para comer y tenían hambre el les recordó lo que hizo David, (Mat 12:1-4).
Seguramente muchos de nosotros nos encontramos en circunstancias similares y buscamos ese alimento que recomponga nuestras fuerzas. Cuando venimos a la iglesia y/o abrimos Su Palabra tenemos Pan Sagrado, no hay pan común. Para saciar nuestra hambre espiritual, necesitamos nutrirnos de Su Palabra.
En tercer lugar, se encontrada desarmado (vs. 8-9). Con argumentos engañosos le dice al sacerdote que no llevaba sus armas y allí se encontraba como a resguardo la espada de Goliat, el gigante que el mismo David había vencido en el valle de Ela.
En algunos casos, también nosotros nos encontramos como David. “desarmados”. No tememos las armas que Dios nos ha dado o nos las olvidamos “en el ropero”.
Sin embargo Dios a pesar de nuestras debilidades y por su misericordia nos acomoda un poco a pesar de nuestras irregularidades como las de David que a base de mentiras fue consiguiendo lo que necesitaba.
El sacerdote Ahimelec le recuerda: ¿“te acuerdas el gigante que venciste, Goliat y su espada con la que le cortaste la cabeza?” Esa arma esta a tu disposición. Es decir le esta recordando las victorias ganadas. Para darnos ánimo Dios nos recuerda de cuantas situaciones difíciles nos saco, acaso; ¿No va a poder sacarnos de las dificultades que nos encontramos ahora?
Dios nos da la mejor arma, Su Espíritu Santo para vencer en medio de las dificultades.
Vemos que la vida del gran rey no fue fácil. Tuvo que pasar por diferentes etapas, que en muchas de ellas quizás no siempre consideramos. Pero a pesar de que con engaños reclamó lo que necesitaba, vemos que Dios en su misericordia le concedió todo.
Podemos resaltar lo principal de las acciones de David en este pasaje y en este día.
En medio de las dificultades: (Juan 20:19 y 22) Se acercó a Dios. Comió Pan Sagrado (Su Palabra) y Dios le proveyó el arma, su Espíritu Santo.
“Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”
(2ª Corintios 10:4-5)
EN LAS DIFICULTADES TENEMOS RESPUESTAS DE PARTE DE DIOS
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