Lectura: 2ª Corintios 10:3-5
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”
Hace 200 años se estaba forjando en nuestra tierra una revolución, cuya finalidad sería cambiar el destino de nuestra Nación. Desde 1806/7 con las invasiones inglesas, lo ocurrido fue un principio de defensa a causa de las agresiones que comenzaron a suceder. El pueblo se unió para combatir a los ingleses arrojando aceite hirviendo (según cuentan algunos historiadores, otros dicen que era agua). Pero fue en ese clima que se comprendió que teníamos el suficiente valor como para enfrentar fuerzas enemigas.
A raíz de lo que ocurría en Europa el pueblo se armó en defensa de la tierra, que al comienzo era en apoyo a Fernando VII Rey de España. Esa fue una Reacción ante la posible opresión, vieron que tenían capacidades, que había hombres y mujeres valientes como también que era posible mantenerse por si solos. Es allí donde empezó a gestarse la Revolución de Mayo de 1810. Como consecuencia del posible ataque de los enemigos.
Hace 200 años el pueblo decía: “Queremos saber de que se trata”. Hoy oramos “Dios, trata con tu pueblo”.
Ahora bien. ¿Cómo Reaccionamos HOY nosotros ante las adversidades que se nos presentan en la vida (opresión)? Ya no estamos hablando de los problemas cotidianos humanamente, sino aquellas dificultades que no podemos resolver por nosotros mismos, que son producto de nuestras malas decisiones, como también del entorno en el que nos encontramos.
Hay muchos problemas y las dificultades en la vida y todos los enfrentamos. Vienen con fuerza para destruirnos, amedrentarnos, atemorizarnos e intimidarnos. Pero tenemos que saber que “Nuestra lucha no es contra carne y sangre”. No es humanamente como debemos reaccionar, aunque nuestra naturaleza lo desee. El diablo nos acecha, nos quiere devorar, anda como león rugiente, pero no lo es.
La Biblia dice que somos más que vencedores, somos un pueblo de vencedores. No porque seamos realmente valientes, sino porque Cristo venció, nosotros vencemos (Rom. 8:37).
Pero tenemos armas para vencer (Observemos el ejemplo de Josafat en 2ª Crónicas 20)
Las armas son la humillación (Ayuno) – vs. 3 -, la oración -vs. 3 - por la ayuda de Dios - vs.4 -, reconocer la grandeza de Dios - vs. 6-7 - y recordar las promesas de Dios – vs. 8-9. También son armas el confiar en Dios – vs. 15 -, obedecer a Dios – vs. 16 -, el Espíritu de Dios que nos indicará qué hacer; actuar o esperar, creer a Dios – vs. 20 -, adorar, alabar y glorificar a Dios – vs. 18-19 (22a).
Aplique este principio de guerra a los problemas de su vida. Zacarías 4:6 dice “Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
¿En cuántas situaciones nos encontramos, que muchas de ellas son límites, y que nos ahogan, y no sabemos como salir de ellas? En muchos casos nos dejamos llevar por esas situaciones, y reaccionamos mal, generalmente con aquellos que no tienen la culpa y son quienes más amamos. En vez de enfrentar el problema, nos dejamos arrastrar por él hacia donde nos quiera llevar por el miedo que nos paraliza. Tomemos ahora las armas que Dios nos da y enfrentemos esos problemas con la ayuda del Espíritu Santo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario