Lectura: Marcos 16: 9-14
Cuántos de nosotros tenemos grandes expectativas al comenzar algo nuevo? En muchos casos tenemos planes que queremos que se concreten lo antes posible. Pero también estamos llenos de incertidumbre por lo que pueda suceder. Este primer día de la semana estaba lleno de nuevos acontecimientos para los discípulos del Señor. Un nuevo orden de sucesos estaba siendo establecido.
Cuando un alma pasa de la vida natural a una vida resucitada en Cristo es una nueva criatura entrando en un reino donde todo es hecho nuevo. En este pasaje tenemos algunas revelaciones dignas de nuestra atención.
El poder de la resurrección nos revela Su Poder. “Jesús ha resucitado” (v.9). Él dijo:“tengo poder para poner mi vida y poder para volverla a tomar”. Él había tomado lo que tan libremente había dado por nosotros, su vida. Teniendo el poder para volverla a tomar, tiene el poder para ofrecerla por propiciación para todo el que cree en Él.
El poder de la resurrección nos revela de su gracia y misericordia. Primero se apareció a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. Ella había sido la más pecadora de los que le habían seguido, y fue la primera en recibir el favor de su resurrección. Pudo haber elegido a personas de más alto prestigio, pero fue ella con quien tuvo una gran misericordia.“Donde abundaba el pecado, la gracia sobreabundó”. El gran Maestro, compasivo Salvador, favorece a los seguidores humildes, agradecidos y confiados en Él.
El poder de la resurrección nos revela un gran dolor. “Los que le conocían lloraban” (v.10). Habían pasado tres días y no lo podían superar. Es importante ver que aún en el dolor de las personas él se hace presente. Podemos ver el dolor de los que le seguían, lloraban y se dolían. Parecían niños sin su padre sabio y amante, sin el único amigo que les amaba sin interés. Sus lágrimas, causadas en parte por incredulidad, demostraban al menos el lugar importante que Él había tenido en sus vidas.
El poder de la resurrección nos revela que dudamos. “Cuando oyeron que él estaba vivo, no creyeron” (v.11). No nos sorprendemos tanto de que no le creyeron a María, sino de que no recordaron las palabras del Señor (Juan 16: 20-22). Además la duda manifiesta que no estamos tan firmes como nosotros creemos. La duda siempre trae desencanto y dolor. Lágrimas mezcladas con incredulidad pueden ser lágrimas de orgullo ofendido, o también de nuestra propia inseguridad. Nuestra fe debe creer, tenemos que estar seguros.
El poder de la resurrección trae revelación de divina aceptación. “Después Él se apareció en otra forma” (v.12). Algunos pensaron que se les podía aparecer como hombre en lo natural. Cuando se les apareció a los dos hombres, camino a Emaus, se les puso a caminar al lado de ellos y tardaron en reconocerlo. Era el mismo salvador, en otra forma, y glorificado. Él apareció a Esteban como el glorificado, pero a Saulo como el perseguido (Hechos 7:55; 9:5). No importa la circunstancia o la condición, Él aparece como el que necesitamos. Su gracia es siempre suficiente y adecuada.
El poder de la resurrección nos revela su fidelidad. “Les reprochó su incredulidad y dureza de corazón” (v.14). Mientras ellos lloraban, no se parecían a los incrédulos y duros de corazón que lo crucificaron. Pero el Señor ve lo profundo del corazón, y como un médico sabio, pone su mano en la parte enferma, y sabe exactamente cuál es la raíz del mal. Por esto es que muchos que profesan ser cristianos no quieren acercarse a Dios, sus pecados escondidos pueden ser hallados y el verdadero hombre sale a la vista. “Si nos acercamos a él, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
El poder de la resurrección nos revela el compromiso y la responsabilidad que debemos asumir en Él. “Les reprochó su incredulidad… porque no había creído a los que le habían visto resucitado” (v.14). El Señor esperaba que el testimonio de los que le habían visto fuera creído. Sólo a los que les ha manifestado su gracia salvadora y el poder de su resurrección, pueden ser testigos. Los que han oído el testimonio y no creen, son reprochados como duros de corazón e incrédulos. La oración sacerdotal registrada en Juan 17: 20-21, dice que oró por los que creían por la palabra. Si Dios espera resultados y que su palabra no vuelva a él vacía, ¿por qué no esperamos resultados nosotros también?
Nuestra responsabilidad es ser testigos en Jerusalén (en tu casa), en toda Judea (tu área de influencia), en Samaria (tu comunidad) y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8).
La revelación de la resurrección para nosotros hoy es testificar de este Cristo resucitado. Es por medio de Él que podemos tener el “poder” para ser testigos. El deseo de Cristo era investir de poder a sus discípulos por medio de su resurrección. Él aún quiere hacerlo con su Espíritu Santo.
¿Es usted un discípulo? Puede serlo en este tiempo. Sea un testigo y predique a Cristo, resucitado.Recordemos la gran comisión: Mateo 28: 18-20.
El poder de la resurrección nos trae revelación.
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