Lectura: Oseas 13: 4-9
Oseas era un profeta a quien Dios manda a casarse con una mujer que no era como quizás el desearía, una mujer que no le fue fiel. De esta manera Dios le quería demostrar a Oseas qué era lo que sentía con su pueblo, un pueblo que no era fiel y que se desviaba con deseos personales y buscaban otras cosas. Dios siempre nos manifiesta algo para hacernos reflexionar. Quizás muchas veces pasamos por momentos muy difíciles pero a pesar de las dificultades y las derrotas Dios nos hizo más que vencedores.
A través del profeta Oseas, Dios le hace notar al pueblo las condiciones en que se habían encontrado. Al decir “Mas yo Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto…” (v.4), les recordaba el lugar de donde los sacó y cómo a partir de ese momento, en el desierto, les proveía todo lo que necesitaban y estaba con ellos en medio de las dificultades. Mas el corazón del pueblo se había ensoberbecido. Conocemos personas soberbias, que se la creen y que creen que sus logros son propios, pero Dios dice que lo que tenemos es porque Él está con nosotros. En este tiempo Dios sigue estando con nosotros y si nos aferramos a la palabra podemos corregir nuestros pasos.
Por momentos pensamos “¿Cómo vamos a superar los problemas? ¿Cómo vamos a salir adelante?” Podremos hacerlo solamente si nos tomamos de la mano de Dios. A veces ponemos nuestra mirada en las cosas pasajeras, en las cosas materiales o incluso en otras personas pero nuestros ojos tienen que estar siempre puestos en Dios.
El pueblo de Israel creía que todo lo que habían logrado era merito propio, pero no querían darse cuenta que en realidad todo fue porque Dios estaba con ellos.
El versículo 6 deja ver que el pueblo se olvidó de Dios. Él tiene que estar en primer lugar en nuestras vidas y no tenemos que estar detrás de cosas pasajeras. Tenemos que pedirle siempre a Dios por la real necesidad que tenemos.
El versículo 7 muestra el celo que tiene Dios para con sus hijos y como se preocupa por recuperarlos y sus hijos somos nosotros. Él quiere rodearnos con sus brazos, quiere protegernos y acompañarnos. Dios dice “Te perdiste Israel, más en mi está tu ayuda” (v.9), es la ayuda que necesitamos.
El es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. ¿Cuántos problemas y dificultades pasamos? Sin embargo en Dios está nuestra ayuda. Su mano está extendida sobre nosotros, pero hay un detalle: nosotros debemos tomarnos de su mano. La mano de Dios es firme, segura, una mano que nos va a sostener y a proteger.
¿En cuantas cosas necesitamos la ayuda de Dios? Él nos promete que nos va a ayudar en nuestra necesidad. Dios se preocupa y busca lo mejor para nosotros. Él llega en el momento justo y nos brinda la mejor atención porque se preocupa por sus hijos, no los quiere perder. Siempre está con la mano extendida dispuesto a socorrernos por eso tenemos que estar siempre sujetos de la mano de Dios.
¿Necesitamos de su ayuda? ¿Estamos dispuestos a aceptar esa ayuda o nuestro corazón está ensoberbecido?
“Dios está con su mano extendida para brindarnos lo mejor, sólo tenemos que tomarnos de ella.”
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