Lectura: Ester 4: 10-17
En la lectura de hoy vemos una historia que ocurre en Persia, Irán, en un tiempo de mucho peligro para el pueblo de Dios. En este libro encontramos cuatro personajes principales: Asuero, el poderoso rey de Persia, Ester, quien llegaría a ser reina, Mardoqueo, familiar de Ester, y Amán, quien odiaba a los judíos. A este último se lo podría considerar un antecesor de Hitler, que detestaba a los judíos.
Amán había preparado un plan: exterminar al pueblo de Dios. El enemigo hoy también busca terminar con nuestra vida, pero debemos saber que Dios tiene un plan más importante para salvar nuestra vida si se lo permitimos. Él ya pagó un alto precio a través de Jesucristo. Por su parte, Ester fue llamada a liberar a su pueblo.
En el día más oscuro, Dios abre una senda (vs. 14). Aquellos, eran días oscuros para el pueblo de Dios. Ha habido muchos días así para nosotros, vemos todo lo que pasa a nuestro alrededor, la declinación moral, la violencia, la discriminación, el maltrato, la influencia de las grandes potencias que quieren someter al más débil.
Tal vez algunos de nosotros estemos atravesando días oscuros en el hogar, en el matrimonio, con nuestros hijos, en el trabajo, en la salud, tenemos miedos personales, días oscuros emocionalmente, sin paz, conflictos interiores que no sabemos cómo resolver.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que Dios se deleita en obrar en la oscuridad. El modelo de Dios se da en la creación (“sea la luz”). La oscuridad no vino por causa de Dios, sino que fue cuando el hombre se alejó de Él. Somos nosotros quienes debemos darnos cuenta dónde nos encontramos, si en la oscuridad o en la luz. Es bueno recordar que hay muchas promesas bíblicas para los que están en situaciones oscuras.
Observemos la confianza de Mardoqueo, su fe optimista. Todos quienes están a nuestro alrededor necesitan ver que confiamos en Dios, más allá de los días difíciles en los que nos encontramos. Si miramos a nuestro alrededor vemos la oscuridad, pero si elevamos nuestra mirada hacia el cielo, vemos a Dios por encima de ella. A pesar de todo, si levantamos nuestros ojos, Dios está.
Dios puede usar a una mujer o a un hombre para cumplir su plan (vs 14), “¿…y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”. Dios siempre tiene a la persona para el momento determinado: la madre de Moisés, el mismo Moisés, Gedeón, David y otros.
Tal vez nosotros seamos las personas de Dios para nuestra nación, o las que Dios preparó para un momento específico de nuestra iglesia.
El clamor de Ester fue actuar o morir (vs. 16), “… si perezco que perezca…”. Ahora está dispuesta a involucrarse, a poner todo delante de Dios, a rendirle todo, a hacer su parte. Ella será la persona de Dios para librar a su pueblo. La conclusión es que la calidad de vida es más importante que la duración de la misma. Debemos saber que estamos al límite de nuestras fuerzas, pero si consagramos todo a Dios, él va a saber respondernos en medio de ese límite.
Somos llamados a rendirnos completamente a realizar la voluntad de Dios, somos llamados a involucrarnos en sus planes, a hacer nuestra parte por aquellos que se encuentran en sus días más oscuros. Así como Dios nos rescató a nosotros por medio de su gran misericordia, también nosotros podemos ser de bendición para aquellos que se encuentran en situaciones difíciles.
Si Dios nos sacó de la oscuridad por medio de su luz, podemos nosotros dar esa luz a otros que la necesiten
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