miércoles, 4 de abril de 2012

RECIBIMOS A LA PERSONA MÁS IMPORTANTE - (05/02/2012)


Lectura: Juan 1:10-14

La decisión de ser receptores es nuestra. Cuando alguien nos golpea la puerta o toca el timbre, cuando nos llaman por teléfono o nos dejan un mensaje, cuando nos envían una carta o un regalo, tenemos la capacidad de decidir qué hacemos.


Hoy en día los medios nos informan de todo al instante. Tenemos la televisión, las radios, los teléfonos de línea y celulares, los diarios y revistas, internet, Facebook, Twitter. Al instante podemos ser receptores de todo lo que pasa en el mundo.

Sin embargo muchos se dan el privilegio de rechazar. No están dispuestos a vivir actualizados, no ven las ventajas hasta que tienen necesidad. Generalmente siempre tenemos cierta aprensión a lo nuevo, rechazamos las cosas sin conocerlas. Incluso eso ocurrió con Cristo, los judíos lo esperaban pero lo rechazaron, deseaban que viniera, pero hicieron oídos sordos.

El rechazo del verbo por el mundo (v.10). “en el mundo estaba… pero no…”. Fue presentado como Creador, “todas las cosas por él fueron hechas” (v.3), “el mundo por él fue hecho” (v.10). Durante su ministerio se ofrecieron pruebas de que era el Creador: convirtió el agua en vino, caminó sobre el agua, la tormenta le obedeció, incluso resucitó muertos. Sin embargo la sociedad lo rechazó. Herodes estaba muy ocupado con la lujuria y la codicia, a Pilato le interesaba la política y quedar bien, el joven rico no quería desprenderse de sus posesiones.

Aún los mismos judíos lo rechazaron (v.11). “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. Ellos lo esperaban pero no en esa forma. Los profetas lo habían anunciado, dijeron cómo iba a ser su llegada. Jesús cumplió con la Palabra: nació de una virgen (Is. 7:14), fue maltratado y muerto por pecadores (Is. 53; Zac. 12:10; 13:6), se levantó de los muertos (Sal. 16:10); pero a pesar de tantas evidencias, su pueblo no lo recibió.

Pero “a aquellos que le recibieron…”. Su plan se cumplió igual, “mas a todos los que le recibieron”. La posibilidad ya no estaba limitada a judíos solamente, era para todos (Jn. 3:16; 6:37). El nuevo nacimiento es para los que lo reciben como Salvador, Nicodemo lo aprendió cuando llegó a Jesús. Todos los que le recibieron son hechos hijos de Dios (v. 12-13).

Al recibir a Jesús, él llega con su Palabra a nuestras vidas, con todo su Poder, con todas sus Bendiciones. La oración que hace por sus discípulos, en Juan 17, también nos involucra a nosotros: “para que crean en mí por la palabra de ellos”. Jesús llega con su Alabanza a nuestras vidas porque “escondiste estas cosas de los sabios y entendidos y las revelaste a los niños” (Mat. 11:25-26).

Jesús es la persona que merece toda nuestra atención, El está en medio nuestro y desea estar en nuestro corazón cada día. Es quien se hace presente en nuestras vidas esperando que queramos recibirle. Pero la decisión es nuestra.

Apocalipsis 3:20 nos dice: “he aquí yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz yo entraré y cenaré con él y él conmigo”.

¿Estamos dispuestos a recibir a la persona más importante?

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