Lectura: Colosenses 1: 9-18
Estamos en tiempos de manifestaciones. Las personas lo hacen cuando quieren reclamar algo, tratan de hacerse notar cuando esperan una respuesta en particular. Pero, ¿cuál es el sentido? Hacer que algo sea conocido por toda la sociedad o por alguien en particular. Es allí que vemos las manifestaciones de los maestros, cuando las organizaciones sociales reclaman los planes, cuando los vecinos piden mayor seguridad, cuando los ciudadanos de un país exigen que se atiendan sus reclamos.
¿Qué tipo de manifestaciones debemos hacer nosotros y cómo? Hoy veremos cuál es la oración y los consejos de Pablo, cómo deben ser puestos en práctica, y cuál es el alcance de ellos respecto no sólo a cada uno de nosotros, sino también hacia los demás.
La preocupación de Pablo estaba relacionada con el alcance de sus oraciones por los creyentes, y cómo éstos ponían en práctica lo aprendido. Habían llegado a él buenas noticias de los colosenses (vs. 3-4), de cómo ellos se conducían respecto a los santos, de acuerdo a como habían aprendido de Épafras. Ellos habían manifestado las oraciones en hechos que reflejaban las enseñanzas recibidas hacia las demás personas. Jesús quiere que manifestemos su vida.
Había evidencias del alcance que desarrollaban cada día, y el efecto de la oración de Pablo (v.9). “Sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios”, ese conocimiento era por el desear aprender más de Dios cada día, “en toda sabiduría… e inteligencia espiritual…”, esto es tener una estrecha relación con Dios.
Debían tener un equilibrio mental, emocional y espiritual que demuestre los cambios que estaban logrando.
“Para que andéis como es digno del Señor”, ¿cómo es nuestro andar? (v. 10). “Agradándole en todo”, sin fe es imposible agradar a Dios, “llevando fruto en toda buena obra… creciendo en el conocimiento del Señor”. “Fortalecidos con todo poder”, ¿de dónde lo sacamos? (v. 11), “conforme a la potencia de su gloria”, ¿qué trae esto? “paciencia y longanimidad”, grandeza y constancia de ánimo en las adversidades, benignidad, clemencia, generosidad.
“Con gozo”, ¿qué hace el gozo? (v. 12), me enseña a ser agradecido a Dios por los favores recibidos, porque por medio de él nos introdujo en su gracia, “aptos para participar”. No sólo formar parte de sus escogidos, sino que nos dio parte de su herencia, junto con otros que forman parte de su pueblo.
Todo esto no es por nuestras capacidades, sino por la misericordia de Dios (vs. 13-14). Nos cambió de posición: del reino de las tinieblas (donde estábamos en otro tiempo), “al reino de su amado hijo”, nos mudó en otras personas. Pagó un alto precio, su sangre. “Él es la imagen del Dios invisible…” (v. 15), él se hizo visible en la vida de Jesucristo, se dio a conocer por medio de su hijo a todas las personas.
Jesucristo es la base y sustento de nuestras vidas (Mat. 16:18). “Por él fueron creadas todas las cosas” (v. 16), “en los cielos y en la tierra… visibles e invisibles… tronos, dominios, principados y potestades, todo fue creado por él y para él… y por él subsisten… visible e invisible”, Jesucristo es vínculo de unidad, “es la cabeza”.
Ahora, ¿quién es la imagen visible del Dios invisible? (vs. 16-18), en este tiempo es la iglesia, somos aquellos que debemos manifestar la misericordia y el amor de Dios a las personas necesitadas o no. Dios no quiere maquillaje. Debemos manifestar el amor de Cristo a la sociedad, para que en todo, Dios, a través de Jesucristo y por medio del Espíritu Santo, tenga la “preeminencia” (privilegio, ventaja, existencia, preferencia que goza alguien respecto de otra persona por razón o mérito especial). Así tenga Jesús en nuestras vidas el primer lugar, por aquello que ha hecho en nosotros, que reflejemos su presencia, que nuestras palabras reflejen su poder.
De acuerdo a lo que hemos visto, todo fue creado por él y para él, así también la iglesia y aún él mismo dijo que la iglesia debe estar afirmada sobre su vida. Y nosotros debemos ser quienes manifestemos la vida de Cristo a quienes están a nuestro alrededor. Por tal motivo, la iglesia hoy es la imagen visible del Dios invisible. ¿Nos damos cuenta del grado de responsabilidad que tenemos? Debemos manifestar todo aquello que nos ha dado para que hagamos quedar lo mejor posible a Dios en este tiempo.
Si llegamos a ser algo o alguien, no es por nuestra propia capacidad solamente, sino por el derramamiento de la sangre de Cristo en la cruz.
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