Lectura: Proverbios 11:6; Juan 8:31-36
Encontrarse atrapado es una experiencia sumamente terrible. Las reacciones de aquellas personas o animales que se ven en esa situación son increíblemente llamativas porque ilustra los intentos por querer soltarse de eso que los ha tomado por sorpresa.
Hace algunos años, se proyectó una película que se hizo muy conocida con el actor Jack Nicholson, “Atrapados sin salida”. Cuenta la historia de un hombre que no quería asumir sus responsabilidades ante cierta circunstancia y se hizo pasar por loco, internándose en un neuropsiquiátrico, pero termina encerrado para siempre.
Hay situaciones en las cuales se puede estar atrapado, en un ascensor, el tráfico, una red, un hoyo, incendio, una cárcel, escombros al derrumbarse un edificio, tormentas, o avalanchas.
Quizás hay varios cristianos atrapados en “Algo”. El sermón de este día pretende ayudarle a zafarse antes de quedar totalmente atrapado.
En primer lugar es importante reconocer que estamos atrapados. Algunos por nuestros propios errores, otros porque alguien ha puesto redes y trampas en nuestro caminar. No importa cuál sea la situación, lo que debemos reconocer es que estamos atrapados y necesitamos soltarnos cuantos antes.
Atrapados en deudas, vicios, relaciones ilícitas, negocios turbios, sociedades fraudulentas, póngale el nombre con el que se siente identificado.
Tenemos que pedir ayuda inmediatamente (Éxodo 3:7-9). Si usted es de las personas que creen que pueden soltarse sola, hágalo. Alguien dijo “Esto no me domina a mí” y después no lo pudo abandonar más. De lo contrario pida ayuda y hágalo inmediatamente. Recuerde que el factor tiempo es crucial, no deje que su orgullo lo hunda más. Busque a Cristo lo más pronto posible, no deje pasar el tiempo, podría ser su peor enemigo.
En tercer lugar, no se vuelva a enredar (2a. Pedro 2:20-22). Evite ser atrapado otra vez (2a. Timoteo 2:4). La batalla del reino demanda una completa dedicación. Dicen por allí que el ciego solamente pasa una vez, cuando se da cuenta que el lugar no es bueno.
Desarrollemos un buen olfato ante ciertas situaciones y pidamos mucha sabiduría a Dios. Nunca olvidemos quien nos dio la mano… si lo hizo con nosotros lo podrá hacer con otro. Compartamos esto con quienes nosotros vemos que están atrapados. Dejemos que Dios use nuestras vidas.
Debemos tener en cuenta que Jesucristo nos da la libertad completa (Jn 8: 31-36). En muchos casos nos cuesta reconocer de donde vinimos. No nos damos cuenta en la situación en la que nos encontramos, pero tampoco nos damos cuenta hacia donde queremos ir. Nuestra visión es tan corta, que no tenemos una meta que alcanzar. Reclamemos la Libertad que da El Hijo.
¿Nos sentimos identificados por estar atrapados por algo? Necesitamos que Jesucristo nos ayude. Lea Salmo 18:4-6 e Isaías 58:6 y recuerde que LA LIBERTAD VERDADERA NOS LA DA JESUCRISTO.
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