Lectura: Juan 6: 60-69; 37
En estos días escuchamos de unas
reuniones que se desarrollan en Cartagena de Indias, respecto al encuentro de
jefes de Estado de las Américas. Pero en el mensaje de hoy vamos a hablar de
una reunión cumbre presidida por la Máxima Autoridad: Jesús.
Él no hablaba para conveniencia
de quienes lo seguían, no buscaba quedar bien con todos. Algunas personas
piensan que hay que adaptar el mensaje a los oyentes, que si decimos algo que
les moleste no van a venir más. Pero no debemos dar el mensaje que la gente
espera escuchar, sino el que viene de la misma presencia de Dios. Un padre sabe
lo que es mejor para sus hijos.
Creer en Él significa participar de Él. Jesús les dijo tres veces “yo
soy el pan de vida” (vs. 35, 48 y 51), Él es el verdadero pan celestial. Se
refiere al Poder sustentador de la Vida, y cualquier otro elemento que lo
quiera reemplazar no es conveniente para las necesidades de las personas.
Jesús nos invita a comer su carne
y beber su sangre, como en la Santa Cena, estamos participando y haciendo
memoria de lo que hizo por nosotros en la cruz. Él se hizo cargo de nuestros
errores y pecados, y recordamos cuánto sufrió por nuestras vidas.
Escuchá el mensaje completo
Pero hubo quienes se volvieron atrás (vs. 60-66). No les fue muy
sencillo aceptar sus palabras, incluso muchos de ellos iban sólo por los panes
y los peces. Eso mismo pasa hoy, queremos los beneficios sin aceptar las
responsabilidades, seguimos a alguien por conveniencia. No todos están
dispuestos a hacer el esfuerzo, sino que “se vuelven atrás”.
Muchos de los que escuchaban a
Jesús no aceptaron el grado de compromiso que les pedía la Autoridad Máxima, y
lo abandonaron. “Nuestra meta nos
demandará el grado de compromiso que debemos tener”.
Jesús les dio libertad a sus discípulos: “¿se quieren ir ustedes
también?”. Nadie está obligado y Jesús sabía la influencia que podía llegar a
tener el entorno en cada uno de ellos. Esta es una decisión personal que
debemos evaluar, pero que además, muchos de los que están a nuestro alrededor
dependerán de ella. Debemos saber que estamos ante la Autoridad Máxima, y Jesús
desea lo mejor para cada uno de nosotros, pero dependerá del grado de
compromiso que estemos dispuestos a asumir.
En la lectura de hoy vemos una de las confesiones más grandes de la
Biblia: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tiene palabras de vida eterna”. ¿Puede
ser esta nuestra afirmación? Pedro le respondió a Jesús en base a sus
convicciones personales: “Nosotros hemos creído…” tenemos fe; “hemos conocido
que tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Lo que en realidad le está
diciendo es “al pasar tiempo contigo, nos hemos dado cuenta en nuestro espíritu
que vienes de Dios. Tú eres el Cristo”, Pedro reconoció a la Máxima Autoridad.
Si vemos a nuestro alrededor
encontramos que muchos quieren tener responsabilidades sin compromiso, es como pretender
tener el título sin estudiar. Jesús nos
invita a aceptar sus palabras, siendo Él la Máxima Autoridad para nuestras
vidas, deseando darnos lo mejor de su parte y, sobre todo, su compañía. Cada
día podemos crecer en nuestra confianza y dependencia de Él, reflejando lo que
hace en nosotros.
En aquella reunión cumbre hubo
acuerdo entre sus discípulos respecto de seguirle a Él. No nos quedemos afuera.
Jesús también dijo en el versículo 37: “el
que viene a mí, no le echo fuera”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario