martes, 3 de abril de 2012

RENUEVO TOTAL - (30-01-2011)


Lectura: Jeremías 29: 10-14; Proverbios 4: 23; Jeremías 18: 1-6

Hoy en día vemos que todo lo que pasa a nuestro alrededor, sobre todas las cosas, es por la falta de sensibilidad en las personas. En su gran mayoría, no les importa lo que le pasa al prójimo ni si puede ayudarlo a salir del problema que está teniendo. Hay una falta de sensibilidad constante y una falta de compromiso por tratar de ayudar  a quien está en dificultades. Solamente “ayudamos” cuando nos vemos afectados por algo.

Sin embargo, hay algo muy importante que Dios mira: el corazón. Proverbio 4:23 dice “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”.  Nuestra mente puede fallar, pero si falla el corazón, todo nuestro cuerpo se ve perjudicado.

Mucha gente guarda diferentes cosas, plata, recuerdos, juguetes, valores de interés personal y muchas otras cosas. Cada tanto van a donde tienen guardado todas esas cosas y revisan que no les falte nada. Incluso están aquellos que guardan tan bien las cosas que no se acuerdan dónde las pusieron. Pero es de suma importancia que podamos guardar nuestro corazón por sobre todas las cosas.

¿Por qué debemos hacerlo? Porque Dios nos quiere bendecir y quiere pensamientos de bien y de paz para nosotros. Él quiere lo mejor para sus hijos. Dios mira el corazón. “Y Jehová respondió a Samuel: no mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. (1° Samuel 16:7).

También debemos guardar nuestro corazón porque podemos hacer lo que Dios nos pide. Él nos busca aunque nosotros a veces no lo hagamos, pero Él dice “me buscareis y me hallareis porque me buscareis de todo corazón”. Es bueno poder hacer las cosas conforme al corazón de Dios.

Al guardar nuestro corazón también podemos asegurarnos un lugar en el cielo. Pero para ocupar mi lugar en el cielo debemos saber ocupar nuestro lugar aquí en la tierra. Podemos mirar para arriba, pero no debemos sacar nuestros ojos de nuestro alrededor. Debemos ser conscientes de todo lo que pasa a nuestro lado, junto a nuestros seres queridos.

Tenemos que saber ser sensibles al prójimo, ser responsables con nuestros compromisos y con lo que tiene que ver con nuestros allegados.

Debemos tener pensamientos de bien y de paz y un corazón dispuesto a servir, un corazón conforme al corazón de Dios.

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