Lectura: Isaías 37: 14-20; Hechos 12: 6-11
Todos nosotros enfrentamos problemas que a veces llegan inesperadamente y otras no llegan uno por uno, sino todos de una vez. No conocen edad, condición social, sexo, condición económica, estatus legal. Los problemas no sólo llegan a los que “se portan mal”, a los que andan mal, a los que no viven correctamente, nos llega a todos.
Todo cristiano debe saber dos cosas: que tarde o temprano algún problema llegará y que tiene que saber cómo enfrentarlo.
En este mensaje nos encontramos con alguien, que no era cualquier persona que se enfrentaba súbitamente con un problema, era el rey Ezequías.
Era uno de los mejores reyes que habían reinado Israel, pero eso no lo mantuvo exento de que los problemas le llegarían algún día.
Observemos sus cualidades (2° Reyes 18: 1-7): Había reinado 29 años, había hecho lo recto ante los ojos de Dios, en Dios había puesto su confianza y esperanza, no hubo antes otro rey como él en Judá, nunca se había apartado de Dios, Dios estaba con él y donde quiera que salía prosperaba.
Leamos también esta cita, 2° Crónicas 31:10, 20-21. Reunía todas esas cualidades y aún así los problemas le llegaron y no eran problemas pequeños, eran amenazas de muerte, de pérdida del reino y de persecución.
El problema le llegó luego de haber dado señas de fidelidad. Parecería que a mayor compromiso con Dios, hay mayores problemas. Pero ni siquiera le recriminó a Dios que siendo fiel tenía que enfrentar tantas dificultades.
Veamos en 2° Crónicas 32: 1, los problemas que enfrentó Ezequías.
Algunos piensan que nunca tendrán problemas. Muchos presidentes de nuestra nación han enfrentados determinadas circunstancias y el que venga también enfrentará las suyas, pero todos deben tener la habilidad para resolverlos. Una cosa es verlos como candidatos, todos tiene las respuestas a cada problema, pero cuando asumen, muchos se olvidan de lo que prometieron y de cómo solucionar esas dificultades.
Con este mensaje perseguimos tan sólo una cosa, buscar la solución a los problemas a la manera de Dios y no a nuestra manera.
Ezequías tomó ciertas decisiones y actitudes frente al problema que cada uno de nosotros deberíamos tener en cuenta cuando éstos lleguen. ¿Cuál fue la actitud que tomó Ezequías?
Fue a la casa de Dios (Isaías 37:1). Si para otros es pérdida de tiempo, para Ezequías era lo más importante. Era todo un rey, no se quedó en su palacio o en la oficina haciendo llamadas para buscar influencias que le ayudaran.
Ezequías se lo contó a Dios (Isaías 37: 14-15). La razón por la cual lo hizo es porque sabía a la perfección que Dios tenía la solución a sus problemas.
Mantuvo la calma (Isaías 37: 5-7). Las palabras de Dios le infundieron esa calma. Cristo dijo que nos iba a dar de su paz.
Ezequías lo compartió con otros (2° Crónicas 32: 2-3). Cosa que nosotros no hacemos, por vergüenza, por pena de que se enteren, por orgullo, por falta de confianza, o por no tener amigos.
Ezequías solucionó sus problemas (Isaías 37: 36-38). Lo hizo a la manera de Dios, Él se encargó de sus enemigos. Así como lo hizo este rey, es importante que nosotros también recurramos a Dios para resolver nuestros problemas.
¿Cuántos nos encontramos en situaciones difíciles? Quizás hemos querido solucionar nuestras dificultades a nuestra manera, pero ¿cómo nos fue? Tenemos la posibilidad de ir a Dios, no busquemos en personas que no saben darnos respuestas. Busquemos en Dios que él tiene la solución a nuestros problemas.
Pero sobre todo, Mantengámonos fieles a Dios a pesar de los problemas.
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